12 propósitos de Año Nuevo al estilo yucateco
Ha llegado el 2026, y como cada vez que el reloj marca las 12 para estrenar un nuevo año, aparece esa ola de propósitos como “comer más saludable”, “ir al gym”, “aprender algo nuevo”, “viajar a tal lugar”. Y mira, todos arrancamos enero con la mejor actitud del mundo, pero aceptémoslo: más de uno termina tirando la toalla, editando sus metas por otras menos complicadas…o simplemente olvidándose de ellas por completo (presente).
Pero aquí entramos nosotros, para reavivar esa chispa con una lista de chiqui-propósitos muy yucatecos (sin ningún orden en particular) que puedes sumar a la lista que ya tienes… o incluso usar como inspiración para hacer la tuya desde cero; no pasa nada.
1. Visitar todos los Pueblos Mágicos de Yucatán
Ya sé, ya sé: para algunos este propósito ya está bastante usado, pero seamos honestos… muchísimos de los que vivimos en la capital rara vez nos damos el lujo de explorar el maravilloso mundo que existe más allá del Periférico.
Cada uno de los siete Pueblos Mágicos de Yucatán tiene su encanto particular: un rico bagaje cultural y legado histórico, naturaleza de infarto y experiencias que sólo puedes vivir ahí. Desde el veterano Izamal hasta los recién estrenados (como Tekax, Espita y Motul). Aquí no hacemos competencias: todos tienen lo suyo. Y si ya tachaste alguno de la lista, considéralo una señal de que los otros seis ya te están guiñando el ojo.
2. Aprender a bailar jarana
He de admitir que soy muy fan de las tonadas de la jarana yucateca, y me encanta ver cómo gente de todas las edades baila con sus hipiles y guayaberas que ya traen más historia que uno mismo. Pero basta con verles los pies (o verlos dar vueltas con una bandeja con botellas de cerveza sobre la cabeza) dos segundos para decirme a mí misma: “sí, esto se los dejamos a los expertos”.
Pero este año, ¿por qué no te animas a ser tú quien se robe las miradas? Hay escuelas por todo el estado, talleres gratuitos y vaquerías donde te enseñan lo básico sin estrés ni pena. Y lo mejor no es sólo aprender los pasos (que luego podrás presumir), sino el ambiente: haces comunidad, te ríes, te sueltas y te dejas llevar por ese ritmo que mueve hasta las entrañas de Yucatán.
3. Incursionar en el mundo del chile habanero
Si no le entras al chile, pues este año te va a tocar poner a prueba la lengua. Al final, como bien dicen por ahí: el mundo es de los valientes. El habanero, igual que muchos chiles locales, tiene esa habilidad de revivir, despertar o transformar por completo platillos que quizá ya dabas por muertos y enterrados.

¿Qué después terminas visitando al gastroenterólogo? Bueno, pues lo agregas a tus propósitos también. Todo sea por la experiencia.
4. Adoptar una palabra o frase en maya cada mes (sin trabarte)
Estamos en las tierras del Mayab, corazón—¿por qué no aprender a hablar el verdadero idioma local? Y no, no se vale aprender solo las típicas como xiik’ o tuuch para salir del paso. Nunca sabes cuándo será útil tener unas cuantas expresiones en el bolsillo. Además, aprender aunque sea un poquito para hablarle a alguien en su idioma nativo es de los actos de amor más genuinos que existen, vayas de viaje o simplemente tengas curiosidad. Y mira, también es un rompehielos infalible.

En el estado hay varios espacios donde puedes aprender maya con calma, entender su lógica y descubrir la belleza de su gramática, que, como cualquier lengua, tiene su propia música. Aquí te dejamos una buena opción para empezar. Y si quieres algo todavía más inmersivo, pregunta en tu propio círculo: te sorprendería cuánta gente lo habla con orgullo y estaría encantada de compartirlo contigo desde un lugar de cariño y respeto.
5. Conocer un mercado local en cada lugar que visites
Nada te explica mejor la gastronomía yucateca que los mercados: un caos delicioso, vivo y auténtico. Desde temprano está el alboroto; cada quien llega por su propio motivo: un chef buscando ese ingrediente clave, una doñita haciendo las compras del día, un chavito encargado de llevar las flores, o el clásico que se deja caer a las 4 am solo para curarse el alma (y otras cosas) con una torta de cochinita. Todos coinciden en el mismo espacio, y si lo piensas un poco, no hay nada más cool que eso.

Son joyitas a plena vista, donde puedes encontrar de todo, desde recados hasta frutas que ni sabías que existían… y, sobre todo, podrás tener conversaciones memorables con las marchantes. Sales con la panza contenta y el corazón más lleno.
6. Vivir un amanecer en la costa yucateca (sin quedarte dormido)
Este propósito lo traigo arrastrando desde tiempos inmemoriales, y mis amigos son testigos de primera fila. He estado cerca… pero el sueño siempre gana. Este año, ahora sí, lo cumplo: desvelada con amigos —porque en el delirio de la madrugada salen las mejores pláticas— y rumbo a las playas yucatecas, llegando justo cuando el cielo apenas empieza a desperezarse sobre Progreso, Telchac Puerto o donde nos agarre la aventura. No existe un amanecer tan sabroso como el que se vive frente al mar yucateco, y este año no se me va.
7. Aprender a reconocer los árboles y flora local
Admiro profundamente a quienes pueden distinguir plantas con solo un flashazo de mirada: “ah, ese es un zapote”, “mira qué grande está ese ramón”. Para mí, todo es verde y bonito… pero la verdad es que aprender a identificarlas es útil, importante y hasta terapéutico. Muchas tienen usos medicinales y tradicionales que sorprenden a cualquiera.

Este año toca convertirte en tu tía favorita: la del patio lleno de plantitas (todas vivas, obvio). Y si no sabes por dónde empezar, puedes irte educando con nuestra selección de artículos sobre herbolaria. Todas las tías empiezan por algo.
Y sí: también va incluida la misión de plantar especies endémicas en tu propio patio. No sólo para entrarle de lleno a este mundo botánico, sino porque además estarías ayudando a nuestras queridas abejitas yucatecas. Conoce por qué aquí.
8. Ver una función de teatro regional
No hay forma más rápida, divertida y sin filtros de conocer Yucatán que asistiendo a una obra de comedia regional. Entre personajes icónicos, chistes locales y albures que quizá entiendas al 70% (80% si andas bien despierto), las risas están garantizadas. Lo demás llega por pura ósmosis cultural. Y créeme: entre más vayas, más le vas agarrando el saborcito.
Lo mejor es que hay funciones casi todo el año, así que no importa cuándo leas esto: siempre habrá un escenario listo para que te metas de lleno en ese humor tan nuestro.
9. Tomar una clase artesanal sin convertirte en burla local
A mí ya me traen de carrilla por mi nula motricidad fina, y con justa razón, la verdad. Pero este año toca aplicar el famoso “finge hasta que te salga”: en Yucatán hay talleres de absolutamente todo. Gastronómicos, de bordado, de cerámica, de hamacas, de arte popular… si lo puedes imaginar, aquí seguro hay alguien que lo enseña.

Así que a lo que caiga me voy a meter, con la esperanza de que mis creaciones por fin dejen de convertirse en stickers irónicos en los chats de mis amigos. Quién sabe, capaz y hasta descubro un talento oculto… o mínimo logro que mi próxima obra no parezca hecha con los ojos cerrados.
10. Aprender a identificar los estilos de bordado yucateco
Entre el punto de cruz, el xookbil chuuy, el xmanikté y un montón de técnicas más, el universo del bordado yucateco es tan vasto como precioso. Y la verdad: a veces toca usar tus propias manos y aprender desde cero para apreciar las horas, la paciencia y el talento que hay detrás de cada pieza.
Si ya te anda la cosquillita, Yucatán Today tiene una buena lista de artículos para empezar tu iniciación. ¿Te animas a unos cursos en Maní? No prometo milagros, pero sí muchas risas y puntadas que, con suerte, irán enderezándose en el camino.
11. Apoyar al cine local
Yucatán tiene cine, querido lector. Y cine del bueno. A lo largo del año se arman festivales de cine independiente que regalan bellas historias, muchas contadas desde la mirada yucateca (como el Libre Cinema Festival), aunque no se limitan sólo a producciones locales. Nada se compara con ver en pantalla grande cómo los cineastas traducen su entorno, sus raíces y su forma de entender el mundo. Hay talento de sobra… y, la verdad, ya no hay pretexto para no darse una vuelta.
12. Visitar al menos un cenote nuevo cada mes
Nuestro estado es tierra de cenotes en todas sus versiones: abiertos, cerrados, semiabiertos… cada uno con su propia personalidad y toque único. Pregúntales a diez amigos por su favorito y te aseguro que obtendrás diez respuestas distintas; así de amplio es el abanico.

Si no sabes por dónde empezar, no te preocupes: tenemos una guía completísima con todo lo que necesitas para elegir tu cenote ideal, ya sea que vayas con niños, adultos mayores, un grupo adicto a la adrenalina o en plan relax total.
Puntos extra si logras meterte al agua sin soltar el clásico “¡ay, está helada!”. A ver si esta vez se puede mantener la dignidad.
Ahí los tienes: 12 propósitos para gozar a lo grande el 2026 por tierras yucatecas. Ojalá te inspiren a armar tu propio mapa de aventuras y a descubrir —o redescubrir— todo lo que este rincón del mundo tiene para darte. Que sea un año para enamorarte una y otra vez… de Yucatán, por supuesto.
Publicado por primera vez en la revista impresa y digital Yucatán Today, edición no. 457 de enero de 2026.
Autor: Sara Alba
Panameña con acento mexicano desde 2005. Asistente Editorial, rocola andante y siempre acechando en redes, en la constante búsqueda de joyas escondidas por visitar y compartir.
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