Cuando vienes a Yucatán por primera vez, hay algunas cosas y lugares que tienes que ver. Puede que sean clichés (y en algunos casos, verás que a los yucatecos ya no les emocionan), pero realmente no puedes volver a casa sin verlos por ti mismo.  

 

No eres tú, es lo maya

La razón principal por la que la mayoría de la gente viene a Yucatán es para ver lo que queda de la antigua cultura maya, incluyendo los innumerables sitios que formaron parte de dicha civilización. Algunos de éstos son grandes, de renombre internacional e incluso Patrimonio de la Humanidad. Otros más sublimes, no restaurados y misteriosos se asoman entre el follaje de nuestra densa selva caducifolia (el nombre técnico de lo que aquí se conoce como  “monte”).

 

Desde la majestuosa y muy comercializada Chichen Itzá, en un extremo del espectro, hasta la mágica ciudad perdida de Chacmultún, en el otro, los mayas siguen dominando la zona con su legado cultural y resistencia al mundo exterior. Lo mismo puede decirse sobre su continua influencia en el lenguaje y el comportamiento de todos los yucatecos (nacidos y adoptados) en esta tierra.

 

 

Para una combinación perfecta de edificios restaurados, templos y la sensación de “ciudad perdida en la selva”, Uxmal es el lugar que debes visitar, especialmente si buscas esa primera experiencia que dará forma al resto de tus aventuras relativas a la historia maya. Por el momento, Uxmal está muy protegida por el INAH, el organismo federal de México encargado de supervisar los monumentos históricos. Esto quiere decir que los caminos dentro del sitio están definidos; uno no debe desviarse y hay que seguir obedientemente los protocolos sobre el uso de cubrebocas. Esperemos que estas limitaciones se relajen pronto. También hay un nuevo (y bastante espectacular) video mapping que se abrió al público tan solo el mes pasado.

 

Cenotes

Bajo la península de Yucatán fluye un río subterráneo. El agua dulce se desplaza silenciosamente entre el Golfo de México y el Mar Caribe, aflorando de vez en cuando en las lagunas y a lo largo de la costa en forma de “ojos de agua” (manantiales naturales que utilizaron los antiguos navegantes mayas). Los comerciantes llenaban sus cantimploras de agua dulce en el mar, con lo que evitaban tocar tierra y agilizaban su avance por las rutas comerciales marítimas.

 

Durante los millones de años transcurridos desde que la península de Yucatán fue arrojada violentamente fuera del océano por el impacto de un meteorito (busca en Internet las tragedias de Chicxulub, el meteorito y los dinosaurios), parte de la roca de la superficie se hundió. Esto ha dejado al descubierto cavidades en las que está expuesta el agua subterránea. Las aberturas, algunas grandes y otras diminutas, a menudo se asemejan a cuevas llenas de agua y fueron utilizadas por los pueblos prehistóricos y luego por los mayas para las ceremonias, quienes las consideraban un portal o puerta al inframundo. Los ancianos mayas de los pueblos pequeños aún hablan de espíritus que habitan estos espacios. Se pueden encontrar lugares en los que un local hace una ofrenda a la entrada de la cueva para apaciguar a los espíritus y pedirles permiso para entrar.

 

Hoy en día, los cenotes se explotan por sus refrescantes posibilidades de nadar en agua dulce. Si llegas temprano en un día entre semana, podrás sentir el ambiente misterioso y mágico de estas maravillas subterráneas.

 

Las haciendas

Las haciendas también están en la lista de «imprescindibles» de mucha gente. Son reliquias de otro tiempo. Algunas familias yucatecas, predominantemente blancas, se hicieron enormemente ricas gracias al trabajo de los mayas, que plantaban, cosechaban y procesaban el henequén, la fibra que trajo prosperidad a la región en el siglo XIX.

 

A pesar de esto, las haciendas siguen siendo interesantes desde el punto de vista histórico-arquitectónico. Las hay desde las muy grandes (como Yaxcopoil, con 25,000 hectáreas) hasta la notablemente ostentosa Chenché de las Torres, con un estilo que asemeja a un castillo. Entre las haciendas más pequeñas y modestas que intentan imitar a sus primas más grandes están Mucuyché, Sotuta de Peón y Sabacché, por nombrar algunas de las ya restauradas. Éstas suelen ser hoteles, residencias privadas o restaurantes, aunque también te toparás haciendas abandonadas y en ruinas. Una de las primeras en ser restaurada fue la Hacienda Teya, ahora sede de eventos sociales y destino popular para los visitantes que buscan la auténtica cocina yucateca.

 

Hablando de gastronomía

La gastronomía de Yucatán es reconocida como una de las más variadas, complejas y deliciosas del país. Los visitantes quedan encantados con comidas tan extrañas y maravillosas como el Sikil P’aak (un dip de semillas de calabaza y tomate asado), el queso relleno (¿qué hace un queso Edam holandés en Yucatán?) y, por supuesto, la internacionalmente conocida cochinita pibil.

 

Hay un sinfín de lugares para probar las delicias de la cocina yucateca, tanto en su versión tradicional como más modernas. No te pierdas La Lupita y La Reina Itzalana en el mercado de Santiago, en Mérida; el restaurante de tacos callejeros Wayan’e, favorito de Rick Bayless; el galardonado Kinich, en Izamal; el ahumado y elegante Pueblo Pibil, en Tixkokob; y Maya de Asia, de estilo fusión, en un nuevo centro comercial al norte de Mérida. Todos y cada uno de estos lugares (y más) seguro que satisfarán tu antojo y curiosidad por la espectacular cocina de Yucatán. Olvídate de las hamburguesas, la pasta y el McDonald’s y vete a lo local. 

 

Yucatán, naturalmente

Por último, y como si todo lo anterior no fuera suficiente, Yucatán también cuenta con atractivos naturales. En las playas, además de unas interesantes charcas de evaporación de sal rosa (en las zonas donde se produce desde hace cientos de años), están las aves costeras. Sisal, Progreso, Telchac y Celestún ofrecen recorridos en kayak y tours en barcas diseñados para adentrarse en los manglares y ver de cerca la fauna marina. 

 

En esta época del año hay flamencos en Celestún, así que ve de excursión por el estuario y admira el colorido espectáculo desde la barca.

 

Sumérgete en un ojo de agua que alimenta la ría creando la combinación única de agua dulce y salada, vital para los flamencos y su alimentación. Consejo: ve temprano, tan temprano como puedas. Si estás allí entre las 7 y las 7:30 am, podrás ver las aves antes de que salgan a alimentarse durante el día. También hay que estar atento a los cocodrilos, ya que se pueden ver en las ramas bajas y semi-sumergidas del manglar. 

 

La observación de aves también es fascinante. Sacrificar unos sueñitos se recompensará con la gran variedad de aves que se pueden observar. ¡La Península de Yucatán es uno de los lugares del continente con más aves!

 

Sea lo que sea que decidas hacer, todos los que trabajamos en Yucatán Today esperamos que te des tiempo para disfrutar de la mayor cantidad posible de estos destacados lugares en Yucatán.

 

 

Editorial por Ralf Hollmann
Yucateco nacido en Alemania y criado en Canadá, con estudios en Hotelería y Turismo por el Instituto Tecnológico de Columbia Británica. Ralf cuenta con experiencia en turismo de ocio, periodismo, investigación, edición, redacción y escritura creativa. También es músico.

 

 

Fotografía por Violeta H. Cantarell, Elizabeth Llanes, MUGY, CO’OX MAYAB, Nelly Quijano y Marco Saenz para su uso en Yucatán Today.

Esta entrada también está disponible en: EN