En los pueblos mayas del oriente de Yucatán, la Navidad es una celebración muy importante, llena de devoción, fe y júbilo. Mientras que en las grandes ciudades las fiestas navideñas suelen ser más familiares, en Yaxcabá la Navidad es una verdadera fiesta comunitaria. Todos los habitantes del poblado celebran juntos, olvidando sus diferencias y reunidos alrededor del pesebre del Niño Dios.
Una fiesta para todos
En Yaxcabá las fiestas navideñas se celebran de una forma única. La sede principal de los festejos es la casa donde se encuentra la imagen del Niño Dios del Pueblo. La familia custodia del Niño se vuelve anfitriona y se encarga de preparar una gran fiesta los días 24 y 25 de diciembre con música, comida y bebida para todas las personas del pueblo y para los visitantes. Ubicado en el centro del estado, Yaxcabá es un pueblo maya con cerca de tres mil habitantes, por lo que el festejo es realmente grande.
Debido a la magnitud de la fiesta, los preparativos comienzan con meses de anticipación. A lo largo del año, las personas se acercan a la familia anfitriona para hacer sus donativos: algunos regalan cerdos, pavos, gallinas, refrescos, cervezas, decoraciones, o se comprometen a dar el maíz para las tortillas. Además, muchos se ofrecen de manera voluntaria para recibir y atender a los invitados, cocinar, cortar la leña y preparar el horno o píib donde se cocerán grandes cantidades de cochinita pibil y relleno negro.
Por la noche del 24 se reparten tacos y bebidas después de un rezo para el Niño; el 25 se ofrecen platos de relleno negro como almuerzo a todas las personas que asistan. ¡Realmente es una fiesta para todos!
La danza de la estrella y la cabeza de cochino
Unas semanas antes de Navidad, un grupo de colaboradores se reúne en una casa elegida el año anterior para armar la ofrenda navideña principal: el ramillete de estrella. Este ramillete es una estructura de madera en forma de estrella de cinco picos que se decora con flores de cera de abeja (lolikib, en maya). Éstas, a su vez, están elaboradas de manera artesanal con la técnica de cera escamada y pegada al armazón con cera negra de abejas nativas. Cada pequeña flor de cera se adorna a mano con lentejuelas y se pega a la gran estrella.
El ramillete recuerda la estrella de Belén que guió a los pastores al encuentro con el Niño Dios. Para recordar ese suceso los yaxcabenses siguen la estrella bailando al ritmo de la charanga jaranera, llevando ofrendas de aguardiente y una cabeza de cochino cocida y decorada con papel crepé. Al llegar al recinto donde se encuentra el Niño Dios se baila el Ók’ostajpool o danza de la cabeza de cochino, como agradecimiento por las bendiciones recibidas.
El danzante principal sostiene la cabeza de cochino personificando a este animal; por eso el danzante corre y desobedece a sus “dueños”. Es costumbre que la gente grite “¡agua para el cochino!” o “¡el cochino tiene sed!”, y en ese momento uno de los bailadores le ofrece en la boca la bebida conocida como waak’ o waaro, que es licor de caña con refresco y hielo para refrescarlo. En ocasiones, los demás bailarines son mojados con la misma bebida, esto evocando las lluvias.
Por la noche del 25 de diciembre, las familias de Yaxcabá que lo deseen participan en una rifa. ¿El premio? Tener el honor de recibir al Niño Dios del Pueblo y ser anfitrión de la magna fiesta de Navidad del año venidero. ¡Ésta es una tradición que debes vivir al menos una vez!
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