
Cinco cenotes escondidos cerca de Chichén Itzá: Una aventura inolvidable
Cuando pensamos en cenotes, nos imaginamos flotando en aguas cristalinas de color turquesa, rodeados de naturaleza y disfrutando de una tranquilidad absoluta. Sin embargo, la realidad puede ser distinta: muchos cenotes populares suelen estar abarrotados de turistas, lo que le resta un poco de magia a la experiencia.
Los cenotes son ríos subterráneos que fluyen en cavernas naturales. Estas cavernas se han formado a lo largo de millones de años, con un origen vinculado al impacto del asteroide que contribuyó a la extinción de los dinosaurios. Con el tiempo, el agua de lluvia se filtró a través de la roca caliza, creando una extensa red subterránea de pozos de agua dulce. Para los antiguos mayas, los cenotes fueron una fuente vital de agua y tenían un profundo significado espiritual.
Hoy en día, los cenotes siguen siendo una de las mayores atracciones de la Península de Yucatán. Cerca del 40% de los visitantes de la región busca conocer estos impresionantes tesoros naturales, mientras que la cercana Chichén Itzá, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, recibe más de dos millones de turistas al año. Si buscas una experiencia más íntima y alejada de las multitudes, aquí tienes cinco cenotes secretos cerca de Chichén Itzá que no te puedes perder.
1. Cenote Lol-Ha – Un tesoro escondido en un pueblo histórico
Ubicado en el tranquilo pueblo de Yaxunah, las aguas abiertas y cristalinas del Cenote Lol-Ha ofrecen un refugio perfecto. De tamaño mediano, este cenote ofrece el escenario ideal para un baño relajante sin el bullicio de otros lugares más turísticos. Yaxunah es un pueblo con gran riqueza histórica: en la época prehispánica fue un importante centro de comercio maya, y en la actualidad es famoso por ser el hogar de las Amazonas de Yaxunah, un equipo de softbol conformado por mujeres indígenas que juegan descalzas y visten hipiles, la vestimenta tradicional de Yucatán.
A diferencia de los cenotes más comercializados, Lol-Ha conserva su estado natural, permitiendo a los visitantes admirarlo tal como lo habrían hecho los antiguos mayas. Está rodeado de selva, lo que lo convierte en un rincón ideal para desconectarse y sumergirse en la naturaleza. Sus frescas aguas son perfectas para relajarse después de explorar la zona arqueológica de Yaxunah, una joya menos concurrida que Chichén Itzá, pero igual de fascinante.
Distancia desde Chichén Itzá: 22 km
Entrada: $100 pesos
Cómo llegar: Los taxis o moto-taxis desde Pisté o Chichén Itzá cobran aproximadamente $100 pesos.
2. La Laguna Verde – Un lugar de mitos y leyendas
La Laguna Verde está envuelta en el folklore local, con relatos sobre Tsukán, una serpiente mítica que, según la leyenda, habita en sus profundidades. Se dice que este espíritu en forma de serpiente forma un remolino en el centro de la laguna y luego se eleva en el aire. A pesar de su mística fama, la Laguna Verde es un punto de reunión para muchas familias los fines de semana. Su vibrante ecosistema está lleno de vida, desde pequeños renacuajos hasta peces que te dan un “pedicure” natural al mordisquear suavemente tus pies.
Este cenote no sólo es especial por sus historias, sino también por su impresionante belleza natural. Sus aguas tienen un tono verdoso debido a la vegetación circundante, y los árboles que la rodean crean un oasis sombreado ideal para el descanso. La Laguna Verde es un excelente lugar para observar la conexión entre el agua y la selva, ya que aves, ranas y pequeños mamíferos suelen visitar la zona.
Distancia desde Chichén Itzá: 32 km
Entrada: Gratuita
Cómo llegar: Toma un taxi o moto taxi desde Libre Unión ($50 pesos) o Yaxcabá ($100 pesos).
3. Cenote X’tojil – Un vistazo al arte y la espiritualidad maya
A pocos minutos a pie de la Laguna Verde, el Cenote X’tojil no es un sitio para nadar, sino para explorar. En sus paredes de piedra caliza se encuentra un mural maya sorprendentemente bien conservado. En él se pueden ver figuras de guerreros, sacerdotes y una rana sagrada adornada con gotas de agua, un antiguo símbolo de la lluvia y la fertilidad. Curiosamente, tanto el Cenote X’tojil como la Laguna Verde aún albergan grandes poblaciones de ranas, un reflejo del equilibrio natural de su ecosistema.
A diferencia de otros cenotes que son conocidos por su atractivo recreativo, X’tojil ofrece una ventana a las creencias espirituales de los antiguos mayas. Los grabados sugieren que este cenote fue utilizado para ceremonias, posiblemente vinculadas a rituales de lluvia. Explorar este sitio es una oportunidad única para entender cómo los cenotes eran mucho más que simples fuentes de agua: eran considerados portales sagrados al inframundo en la cosmovisión maya.
Distancia desde Chichén Itzá: 35 km
Entrada: Gratuita
Cómo llegar: Toma un taxi o moto taxi desde Libre Unión ($50 pesos) o Yaxcabá ($100 pesos).
4. Cenote Popolá – Un santuario salvaje en la selva
Para quienes buscan una verdadera aventura, el Cenote Popolá ofrece una belleza natural inexplorada que lo hace tan emocionante como intimidante. Escondido entre una densa vegetación, este cenote de tamaño mediano fue renovado en algún momento para el turismo, pero luego abandonado, permitiendo que la naturaleza recuperara su espacio. Es común ver abejas meliponas (nativas y sin aguijón) revoloteando sobre el agua para beber, dándole un toque especial a la atmósfera tranquila y prístina del lugar.
Llegar a Popolá es parte de la experiencia, ya que requiere caminar por senderos sin señalización en medio de la selva. Su aislamiento refuerza su aire místico, convirtiéndolo en un destino ideal para quienes buscan alejarse del ruido y conectar con la naturaleza. A diferencia de otros cenotes más concurridos, Popolá te brinda la oportunidad de experimentar un paisaje virgen y auténtico de la Península de Yucatán.
Distancia desde Chichén Itzá: 20 km
Entrada: Aproximadamente 80 pesos (hay guías locales disponibles en la comisaría del pueblo).
Cómo llegar: En taxi o moto taxi desde Pisté o Chichén Itzá; éstos cobran alrededor de $50 pesos.
5. Cenote Cantó – Un paraíso para los observadores de aves
Los amantes de las aves encontrarán en el Cenote Cantó un verdadero santuario, lleno de vida silvestre exótica. Este cenote semiabierto es hogar de diversas especies de aves tropicales, como el gran búho cornudo de Yucatán y el llamativo pájaro Toh. Cada tarde, entre las 5 y 6 pm, cientos de aves se reúnen en el centro del cenote, formando un impresionante remolino mientras cazan insectos. Aunque el agua en el fondo puede ser turbia, este lugar ofrece una oportunidad única para presenciar la conexión entre los cenotes y el ecosistema selvático.
Además de la observación de aves, Cantó es un sitio ideal para la fotografía de naturaleza. La luz cambiante al atardecer crea reflejos espectaculares en el agua, convirtiéndolo en un lugar favorito para quienes buscan capturar la belleza de la fauna yucateca.
Distancia desde Chichén Itzá: 43 km
Entrada: Gratuita
Cómo llegar: Se encuentra a 40 minutos caminando o 15 minutos en bicicleta desde el centro de Valladolid (hay renta de bicicletas disponible).
Consejos finales para visitar cenotes remotos
Aunque estos cenotes escondidos prometen aventura y tranquilidad, no son para cualquiera. Es recomendable visitarlos acompañado, llevar suficiente agua para beber y avisar a alguien sobre tu itinerario antes de adentrarte en zonas apartadas. Con la preparación adecuada, estos cenotes secretos cerca de Chichén Itzá te ofrecerán una experiencia inolvidable, sumergiéndote en la belleza natural y la rica historia de la Península de Yucatán.

Autor: Mark Viales
Periodista internacional independiente proveniente de Peñón de Gibraltar. Un cantautor con pasión por los viajes, y con dominio de cuatro idiomas.
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