
El pan de Finados yucateco
Una de las principales ofrendas que llenan los altares de Finados (como se le llama a la conmemoración de los fieles difuntos en los pueblos mayas de Yucatán) es el pan dulce. En tiempos recientes el pan de muerto clásico del centro del país ha adquirido popularidad entre los yucatecos, por lo que los panes tradicionales están cayendo poco a poco en el olvido.
Esto se debe a las estrategias de mercadotecnia de los grandes supermercados que buscan unificar las costumbres culinarias del Día de Muertos para aumentar sus ventas. Las panaderías de Mérida también han promovido la sustitución del pan de Finados por el pan de muerto clásico mexicano, haciéndolo más atractivo para el consumo: ahora se encuentra pan de muerto relleno de mermelada, queso de bola, crema de avellanas y muchos confites diversos.
Una historia que nació en los conventos
La panadería tradicional yucateca tiene una rica historia que se remonta a la época colonial. Los españoles introdujeron el trigo en la región, pero debido al clima y la tierra, no se adaptó bien. El maíz continuó teniendo un papel protagónico. Sin embargo, los frailes franciscanos enseñaron a los locales la elaboración de pan de harina de trigo, ya que lo consumían en los conventos y entre la población española y criolla de las ciudades. Estos religiosos promovían la oración por los parientes fallecidos, por lo que sin duda influyeron en la forma en que se ofrendaban los alimentos.
Las monjas concepcionistas de Mérida también fueron conocidas por sus habilidades en la panadería y crearon panes como la bizcotela, que alcanzó gran popularidad entre los citadinos. En el siglo XVIII, el pan de trigo comenzó a producirse fuera de los conventos, dando origen a las primeras panaderías comerciales de Mérida.
La tradición del pan de Finados
Con el tiempo, este oficio se extendió a los pueblos mayas y la panadería yucateca se diversificó. El pan de Finados yucateco fue muy popular en el siglo pasado en las comunidades alejadas de la ciudad y en los barrios populares. Era considerado un manjar, y en la época de Finados, las familias con suficientes recursos lo compartían después de rezar por sus difuntos. Con el paso del tiempo, se comenzó a ofrendar en los altares.
En Yaxcabá, por ejemplo, recuerdo que la gente solía colgar los panes en forma de muñecos en arcos de limonaria para que las hormigas no se subieran tan fácilmente. También recuerdo que mis abuelos solían colgar unos cuantos panes en la entrada de sus casas de techo de palma para ofrecérselos a las "ánimas solas", que son aquellas que no recibían ofrendas y habían sido olvidadas.
Formas y sabor del pan de Finados, un manjar tradicional
El pan de Finados tiene un sabor característico a anís, lo que lo hace ideal para acompañarlo con táan chukwa’, el chocolate casero con especias que se prepara para recibir a los fieles difuntos. Este pan también puede elaborarse con canela, pimienta gorda o de Tabasco, y panela (conocido en el centro del país como piloncillo) o con sabor a ralladura de limón y yema de huevo.
Posee diversas formas: para los altares de los niños se elaboraban los llamados xt’uches (sonajas), pero también se hacen con forma de personas (máak waaj), de iguana (juuj waaj), de pájaro (ch’íich’ waaj), de perro, de borrego, de calabacita, de trenza, cisne o tortuga. Coloquialmente, al pan de Finados también se le llama “xtuchitos”.
Hoy en día, son pocos los pueblos donde se sigue elaborando, pero puedes probarlo en Hocabá y Yaxcabá, dos municipios del interior del Estado. Es importante hablar de este elemento de gran importancia en los altares que dedicamos a nuestros ancestros cuando vienen de visita. Como decía mi apreciado maestro Yuri de Gortari: “El pan de muerto nos da identidad y espíritu; es celebrar la vida a través de la muerte”.
Publicado por primera vez en la revista impresa y digital Yucatán Today, edición no. 454 de octubre de 2025.

Autor: Leobardo Cox Tec
Gestor cultural, gastrónomo, fotógrafo y escritor originario de Yaxcabá. A través de su trabajo, se especializa en la difusión del patrimonio cultural y natural del estado de Yucatán, compartiendo las historias de sus pueblos a través de sus tradiciones."
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