
Los objetos nos hablan: la Cruz Parlante
Los objetos parlantes no son una novedad, aún cuando los productores de Pixar intenten vendernos la idea de que sí. No obstante, imaginar que un objeto pueda tener consciencia de sí mismo y comunicárselo al mundo, siempre resulta una idea fascinante.
Hoy te contaré sobre la Cruz Parlante, un objeto místico que sirvió como estandarte para la población maya durante la Guerra de Castas. Aunque fue su predecesora, ésta no debe confundirse con la cruz verde, aquella que podrás ver en los altares del Janal Pixan si paseas por las calles yucatecas durante los meses de octubre y noviembre.
Para los mayas, la cruz representa el “Ya'axche ” o ceiba, un árbol sagrado que, en su cosmogonía, simboliza la unión del cielo, el plano terrenal y el inframundo. A su vez, esta cruz también representa la influencia del cristianismo tradicional; sí, aquella que remite a la crucifixión de Cristo.
Este sincretismo maya existió desde el siglo XVI cuando las creencias religiosas de los pobladores originarios se vieron reemplazadas por las de los colonizadores al llegar a América, o al menos eso se pensó. Fue hasta el siglo XIX que el clero y los intelectuales estuvieron seguros de que los indígenas habían mantenido vivo su universo “pagano” a sus espaldas, o, más bien, frente a sus narices.
Este hecho nos lleva de regreso a la infame Guerra de Castas, la cual inició en el año de 1847. Como lo hicieron los conquistadores, la población blanca de Yucatán se consideraba protegida y legitimada por Dios; ¿por qué no harían lo mismo los creyentes mayas?
Cuentan que, por ahí del año de 1850, José María Barrera, líder de una cuadrilla de “indios rebeldes”, encontró una cruz grabada en la corteza de un caobo junto a un cenote en terreno sagrado. De ella dijo recibir el primer mensaje de que Dios respaldaba su lucha y victoria contra la población blanca. Así, la Cruz Parlante fue el símbolo que permitió a los mayas adquirir su propia justificación religiosa, para, de una vez por todas, liberarse de la tiranía de pensamiento a la que habían sido sometidos desde siglos atrás.
Tras la aparición de esta Cruz Parlante, los indígenas dispersaron de boca en boca el milagro a la velocidad de la luz, a tal grado, que habitantes de todas partes de la región visitaban Chan Santa Cruz —lugar donde se encontró esta primera Cruz Parlante— para conocerla, adorarla y demostrarle su afecto con ofrendas y gestos.
La cruz se convirtió en un Dios en sí mismo; diversas cruces en distintas poblaciones de la Península hablaban a través un patrón que interpretaba sus mensajes y revelaba misteriosamente lo que había que hacer en pro de la causa maya. Con este respaldo divino, los cruzo’ob —nombre con el que se conocía al grupo de mayas insurrectos durante la Guerra de Castas—, se vieron unificados y galvanizados por la creencia de ser el pueblo elegido, y llevaron a cabo numerosos ataques guerrilleros contra los criollos, hacendados y toda élite yucateca, a quienes estuvieron cerca de eliminar por completo. De hecho, aunque la Guerra de Castas se apagó, más que finalizar, su extinción oficial se considera la toma del poblado de Chan Santa Cruz, hoy Felipe Carrillo Puerto (en el vecino estado de Quintana Roo), en 1901.
El día de hoy, más de 170 años después de la aparición de la Cruz Parlante, la creencia de la Santa Cruz (cuyo centro se encuentra en Xocén) retoma algunos elementos de su antecesora al ser el símbolo vigente que mantiene parte de la religiosidad maya.
Parte del conflicto alrededor de la Cruz Parlante era que, mientras los mayas la consideraban un símbolo de su propio cristianismo, los blancos la consideraban un ídolo pagano y muestra de un fanatismo infantil. Esto se vio reiterado apenas en 1990, cuando se descubrió una cruz “caminante” en Chacsinkin, un pueblo poco habitado al sur de Yucatán. Igual que como ocurrió en el pasado, el milagro se dio a conocer rápidamente entre la población y sus alrededores, pero cuando los habitantes consultaron al clero para respaldar la veracidad del hecho, este último expresó sus reservas, remarcando que ni la Cruz ni los santos son capaces de hacer milagros.
Como podrás notar, los objetos que hablan no son un juego de niños. Pueden significar mucho más, mover masas y cambiar realidades , tanto que el ser humano ha recurrido a este milagro desde hace milenios para intentar explicar parte del sentido de la vida.
No es por nada que sea así. Tal vez sea buena idea cuestionarnos la rigidez del pensamiento racional y comenzar a afinar nuestros oídos. Puede que los objetos de verdad nos estén hablando.
Por Lizzy B. Fotografías por Sedeculta, Ángel Castillo y Raúl Manzanilla Haas para su uso en Yucatán Today.
Fuentes: Campos García, Melchor. 1996. «El ”culto Del error”: La Cruz Parlante En El Pensamiento Yucateco». Estudios De Historia Moderna Y Contemporánea De México 17 (17). https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/3001
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