Acampada con Niños en un Cenote en Pixyá
Hay aventuras y luego hay aventuras que se graban en tu mente para siempre. Yucatán ofrece bastantes aventuras de este tipo, y recientemente encontramos algo nuevo qué guardar allí: acampar en un cenote.
Por todo el estado hay un buen número de cenotes que ofrecen oportunidades para acampar, pero fue el Cenote Suhem, justo en las afueras de Pixyá, el que realmente llamó mi atención. Si me conoces o has seguido mis escritos durante algún tiempo, sabrás que no hay nada que me guste más que sacar a los niños a la naturaleza, dejarlos libres y poner a prueba sus propias habilidades. Este viaje cumplía todos mis requisitos. Hay que tener en cuenta que no es una excursión para los pequeños que no siguen bien las instrucciones. Fui con niños de entre 7 y 11 años y no nos preocupó su capacidad para escuchar y mantenerse alejados del cenote cuando no estaban con un adulto.
Acampar en la selva es diferente a acampar en la playa, que es la experiencia más común en Yucatán. En la selva yucateca no existe un hermoso claro sobre el que puedas armar tu tienda de campaña. Tienes que involucrar a los niños en el divertidísimo juego de “mover las piedras y los palos” antes de que la tienda pueda empezar a armarse. Recomiendo encarecidamente unos buenos colchones inflables si vas a acampar en la selva.
Por supuesto, si estás acampando junto a un cenote, vas a nadar. Nadamos tres veces (íbamos a nadar cuatro, pero el baño después de la noche se frustró por la necesidad de quitar una panal de abejas). Cada sesión fue espectacular y única: nadar en el mismo cenote a diferentes horas del día fue una experiencia fascinante. Al anochecer, nadamos en aguas más oscuras mientras las golondrinas volaban en círculos mágicos sobre nuestras cabezas. Antes del desayuno, disfrutamos de los espectaculares reflejos del agua en las altas paredes del cenote y, después, nadamos, chapoteamos y saltamos. Un cenote privado no es algo que se pueda despreciar (nota: no había otras personas cuando nadamos, en realidad no estaba cerrado a otros visitantes).
Éste es un grande y hermoso cenote al aire libre. Hay que tener en cuenta que la valla que lo rodea no está bien mantenida y que los escalones para bajar son empinados (pero resistentes). El agua tiene una profundidad de unos doce metros: la parte central es asombrosamente azul y clara, mientras que los bordes son más oscuros y lo suficientemente profundos para realizar saltos desde la altura. Tiene una plataforma que permanece bajo el agua después de las tormentas de 2020. Los niños la incorporaron a sus juegos y a nadie le importó en absoluto.
Cuando no estábamos nadando, los niños (nos llevamos toda una tropa) merodeaban por allí. Jugaron tanto que, de hecho, pidieron irse a la cama a las 9:30 pm.
Se puede pedir comida a un precio razonable para comer ahí (recomiendo pedirla con antelación). Tuvimos tres comidas deliciosas, incluyendo algunos de los mejores tacos para desayunar que he probado. Asamos malvaviscos y luego, mientras los niños quemaban el azúcar, los adultos nos sentamos, contemplamos la vida, nos maravillamos con las estrellas y disfrutamos del tequila que nos llevamos.
El cenote Suhem no es imposible de encontrar por tus propios medios, pero cuando vas a acampar ahí, el punto de encuentro está en el pueblo de Pixyá (no muy lejos de Telchaquillo y Mayapán) y luego te llevan al cenote.
Debo mencionar que durante el viaje nos contagiamos de garrapatas; las garrapatas son estacionales, así que no siempre son un problema. Con todo, ésta sigue siendo una de las aventuras más emocionantes que hemos tenido en el estado.
Campamento: $150 pesos/adulto, $100 pesos/niño (no incluye comida)
Tel. 999 749 2458
IG: @cenotesuhem
Fotografía por Cassie Pearse para su uso en Yucatán Today.
Autor: Cassie Pearse
Escritora y bloggera independiente de origen británico. Cuenta con estudios por la Universidad de Oxford y SOAS, Universidad de Londres. Actualmente explora Yucatán en compañía de su esposo e hijos.