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Maxcanú: Una Aventura Pintoresca

27 marzo 2020
/
6 min. de lectura
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Acepté la invitación para escribir sobre Maxcanú basándome únicamente en una foto de una hacienda que me llamó la atención (más detalles sobre eso a continuación).  

 

El nombre Maxcanú es de origen maya y, de acuerdo a los que dicen saber, tiene dos posibles significados: algo relacionado con cuatro monos, o algo que tenga que ver con la barba de un cacique llamado Canul. Canul es, al día de hoy, un apellido maya muy común en Yucatán y los españoles que se presentaron en esta zona por ahí de 1730 se apoderaron gustosamente de las vidas de los aproximadamente 200 mayas que vivían ahí. Estos mayas, previamente respondían a las órdenes de su líder Ah Canul, lo que nos lleva a pensar que la teoría del Canul barbudo podría ser cierta.  

 

¿Estoy divagando? Probablemente.

 

 

El Camino

 

Paraiso-Maxcanu-glifos-mayas-iglesia-3-by-Carlos-Rosado

 

Si llevas tu propio vehículo, podrás detenerte en algunos poblados en el camino. Chocholá puede ser tu primera parada, tiene una colorida y recientemente renovada plaza principal, una iglesia muy chula y un ambiente amistoso. Persona a la que saludes te devolverá la sonrisa acompañada de un hola. Chocholá también es hogar de la extravagante Hacienda Chablé y el muy promocionado cenote San Ignacio. Esto podría explicar las renovaciones en nombre del turismo.  

 

Este look arregladito contrasta con tu siguiente parada potencial, Kokomá. Este poblado es mucho menos turístico con una pequeña, pero interesante (por lo menos parece serlo desde afuera, ya que está cerrada durante el día) iglesia con una torre de agua justo a lado que hace tomar una fotografía decente todo un reto. Si tienes calor, hay un cenote en el pueblo que se llama San Tito. La entrada cuesta $30 pesos y se encuentra en el pozo de una casa. El acceso es precario, por decir poco.  

 

Ambos pueblos cuentan con las coloridas letras omnipresentes que deletrean el nombre del poblado, estratégicamente colocadas para que te tomes una selfie.

 

 

Explorando

 

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Al llegar a Maxcanú, después de manejar cómodamente durante 70 minutos en la carretera federal, es impactante ver un poblado mucho más grande que los demás de la zona. De hecho, tiene una población cercana a 25,000 habitantes. Es uno de los 106 municipios del estado de Yucatán y se compone de varios de los pueblos y ex haciendas (ahora comisarías, cada una con los restos de una operación henequenera del pasado) a sus alrededores.  

 

Aunque no lo creas, hay tráfico en Maxcanú y un buen número de tricitaxis, así que maneja con precaución. La plaza principal parece un parque y tiene muchos árboles que ofrecen sombra. Es aún más amplia que la Plaza Grande en Mérida. Hay mucha actividad económica cerca de ahí, desde la venta de accesorios para celulares, hasta abarroterías y tlapalerías. También verás un puesto de sandías en la plaza, con una selección adicional de piñas si están en temporada. Compra una o dos, están a buen precio y son deliciosas. 

 

Más allá de la plaza, visita la zona que está a la vuelta de la esquina. Encontrarás una colección de edificios que, en cualquier otro lugar, se habrían construido sobre la plaza principal. Ahí verás la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. Si llegas en la mañana o para la misa de la tarde, quizá la encuentres abierta y puedas entrar para ver el elegante altar. La luz de la tarde es particularmente favorable para tomar fotos de la fachada que es impresionante en contraste con el cielo azul del “invierno” yucateco.

 

 

Repleto de Historia

 

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En frente de la iglesia está el restaurante Oxkintok, nombrado por el sitio arqueológico cercano donde podrás encontrar platillos regionales, así como especialidades de pescados y mariscos. Puedes platicar con Armando, el dueño, cuyo padre compró la fabulosa mansión de estilo francés y se dio a la tarea de restaurar y reconstruirla. Un interesante muro maya espera ser descifrado en el patio. Échale un vistazo, puede que seas el afortunado en decodificarlo.  

 

Afuera del restaurante y a un costado de esta pequeña plaza que rodea una cancha de básquet, encontrarás una placa blanca sobre un edificio colonial color ocre. Esta placa indica el lugar de nacimiento de Alfredo Barrera Vázquez, antropólogo, lingüista y mayista (1900-1980). Esto puede ser de interés para aquellos que están fascinados por la mezcla de maya y español que se habla en Yucatán. (Escribí un diccionario sobre este tema). Si tienes tanta suerte como yo, el dueño de la casa saldrá a darte la bienvenida a Maxcanú y te contará sobre la historia del pueblo y la casa.  

 

A unas cuantas cuadras de la iglesia, el restaurante y el lugar de nacimiento del Sr. Barrera, hay una colina que te lleva a una pequeña capilla. La capilla por sí misma no vale tanto la subida, pero la vista y la brisa sí que la ameritan. Puedes ver por kilómetros a la redonda, pero tomar fotos del pueblo abajo se vuelve complicado gracias a varios cables y sus soportes de concreto.  

 

Finalmente, llegó el momento de buscar la hacienda de la foto que me llevó a escribir este artículo. Le pregunté a un grupo de personas, y nadie sabía decirme dónde se encontraba hasta que y, cuando les mostré la foto, En ese momento, se les iluminó la mirada al reconocer la imagen y me enviaron hacia Chan Chocholá. Ahí, una vista increíble espera al intrépido visitante. Al acercarte al centro del pueblo, podrás distinguir entre los árboles un par de torres que parecen recién salidas del medievo francés anexadas a unos vestigios de hacienda. lo que en algún momento fue, esencialmente, un castillo. Las torres tienen techos de teja y son Leíste bien: teja, elaborada con un material formado a lo largo de siglos en el lodo de los ríos europeos y traídos al continente por los pudientes hacendados para construir su humilde casita de rancho. Es el sueño de todo fotógrafo. Mi consejo es que vayas pronto porque queda poco del lugar y se está deteriorando rápidamente al no contar con ningún esfuerzo para preservarlo o reconstruirlo. Ahora, los caballos y el ganado son los reyes de este lugar, junto con algunos pavos silvestres.  

 

 

A Comer

 

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Probablemente te estás preguntando “sí, todo eso es excelente, pero ¿dónde se supone que debo comer?” Lamento informarte que no hay muchas opciones obvias. Está el mercado que no siempre es garantía de encontrar lo que buscas. Para experimentar cocina más refinada, puedes ir a la Hacienda Santa Rosa que forma parte del municipio de Maxcanú y es operado por Starwood. El restaurante está bello, el servicio es excelente y la comida deliciosa. Solo ten en cuenta que el acceso depende de la ocupación de la hacienda. También te sugiero que estés pendiente de lugares que ofrecen comida corrida.

 

Durante mi viaje, vi un letrero que decía “Tamales”, pero cuando pregunté, me informaron que estos no estarían listos hasta las 5 pm, demasiado tarde para mí. Sin embargo, tenían unas deliciosas costillas de cerdo. Normalmente estas tienen hueso y son como duros pedazos de carne carbonizada, pero los trozos de costilla que me sirvió esta maravillosa mujer en un plato de unicel para comer en mi camino a casa estaban deliciosas. Tiernitas, llenas de sabor, marinadas con ajo y especias ¡y sin hueso! El tamaño ideal para comerlas mientras manejaba.  

 

Maxcanú es un destino colonial increíble que combina el atractivo de un pueblo histórico con los vestigios de antiguas haciendas y pequeños poblados a sus alrededores. No te pierdas la oportunidad de verlo por ti mismo.

 

Si quieres aprender más sobre Maxcanú y ver su lado más natural "Conoce el oro blanco de Maxcanú en el Festival de la Jícama".

 

 

Fotografía por Ralf Hollmann y Esteban Dupinet para su uso en Yucatán Today

Ralf Hollmann

Autor: Ralf Hollmann

Autor de Modern Yucatan Dictionary Fundador de Mayan Xic Director de Lawson’s Original Yucatán Excursions

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