La Leyenda del Cocay (kóokay) o Luciérnaga
¿Has visto luces volando de un lado a otro entre la hierba en las noches calurosas de Yucatán? Son luciérnagas o cocayes (del maya kóokay) en el español yucateco, y sucede que hay varias hermosas leyendas sobre ellas. ¡Vamos a conocer una de ellas!
El señor de la piedra verde
Cuentan los abuelos mayas que hace mucho tiempo había un señor muy querido por todos que tenía el don de curar todas las enfermedades. Cuando acudían los enfermos, él sacaba una piedra verde de su bolsillo y susurraba algunas palabras mientras la sostenía entre sus manos. Eso bastaba para que todo mal desapareciera.
Una mañana, el señor salió a pasear a la selva y se entretuvo escuchando a los pájaros. Cuando empezó a caer un gran aguacero, corrió a refugiarse y no se percató de que se le había caído su piedra verde. Al llegar a casa, ya lo esperaban. Quiso curar a un niño enfermo y notó la ausencia de su piedra. Para hallarla más rápido, el señor mandó reunir a varios animales; llegaron el venado, la liebre, el zopilote y el cocay o luciérnaga, que en esos tiempos aún era un insecto como todos los demás. Pidiéndoles que busquen en los caminos, las cuevas y los rincones de la selva, el señor les ofreció una recompensa.
Los animales corrieron en busca de la piedra verde. El venado la encontró enseguida, pero al verla tan bonita no quiso regresarla a su dueño y se la tragó. Sufrió un dolor de panza muy fuerte y tuvo que escupirla; luego huyó asustado. El cocay era el más aplicado: buscaba entre los huecos y en cada una de las plantas de la selva. El zopilote se cansó de sobrevolar y no ver el suelo para encontrarla. La liebre corría muy rápido y no se detenía a ver a su alrededor. Al final, sólo el cocay siguió buscándola con mucho esmero.
El buen cocay o luciérnaga
De pronto, el cocay tuvo un chispazo de luz sobre el paradero de la piedra y voló de inmediato hacia el lugar que vio en su mente. Al mismo tiempo, sintió que su cuerpo brillaba e iluminaba su camino. Halló la piedra y se la llevó a su dueño, éste le reconoció su nobleza, así como el esfuerzo, la entrega y perseverancia. “Tienes luz propia, pequeño cocay, y a partir de ahora la tendrás siempre para guiar tu camino”, le dijo el señor. Por eso, hoy podemos ver al cocay brillar en medio de la noche.
Fotografías por Adam Hlse y Kevin Wong, via Unsplash.
Publicado por primera vez en la revista impresa y digital Yucatán Today, edición no. 404 de agosto de 2021. Última actualización: agosto 2024.
Autor: Violeta H. Cantarell
Nacida en Mérida, Violeta es una comunicóloga dedicada a escribir y crear contenidos en temas de turismo, moda y emprendimiento. Recientemente incursionó como traductora inglés-español.