Hay muchas formas de describir el mar; los adjetivos varían según a quién le preguntes. Para algunos, es algo hermoso; para otros, imponente o incluso aterrador. La relación que cada persona tiene con el mar también es distinta: hay quienes lo ven como un lugar para visitar de vez en cuando, otros lo evitan por completo, pero pocos lo sienten como un viejo amigo. En este grupo entran los pescadores: es parte integral de sus vidas, lo conocen bien y entienden lo impredecible que puede ser.
Jesús Alberto Massa Nadal, un pescador de Dzilam de Bravo, conoce el mar como la palma de su mano. Desde muy joven, siguió los pasos de su padre y comenzó en la pesca en este conocido puerto pesquero de Yucatán. Sin embargo, no siempre estuvo seguro de su camino. Aunque el mar es bello, también puede ser peligroso. Antes, sin los avances actuales en pronósticos del clima, salir a pescar era todo un desafío. Pero sus dudas se disipaban después de una buena jornada de pesca, cuando el esfuerzo era recompensado.
Un día en la vida de un pescador
Con más de 35 años de experiencia, para Jesús, la vida de un pescador yucateco es una mezcla de alegrías y tristezas. Cada día en el mar es distinto, hay jornadas de abundancia y días en los que apenas se consigue algo. La preparación comienza desde la noche anterior, revisa su equipo, prepara su lunch y checa las condiciones del tiempo. Al amanecer, antes de zarpar, se encomienda a Dios y sale al mar con la esperanza de tener un buen día.
Gracias a los avances en tecnología, hoy los pescadores cuentan con mejores motores, lo que les permite salir alrededor de las 6 am y regresar cerca de las 4 pm, dependiendo de la pesca. Sin embargo, hay ocasiones en las que los viajes de pesca se extienden hasta por cinco días, alejados de la costa y sin señal de teléfono. Durante estas travesías, la radio es su única forma de comunicación con otros pescadores. La rutina es pesada: trabajan hasta las 6 pm, cenan y descansan para comenzar de nuevo al amanecer.
En Dzilam de Bravo, las especies más comunes que captura son mero rojo (Epinephelus morio), canané (Ocyurus chrysurus), rubia (Lutjanus synagri), carito (Scomberomorus cavalla), sierra (Scomberomorus maculatu), cazón (Sphyrna tiburo), corvina pinta (Cynoscion nebulosus), robalo (Centropomus undecimalis) y pulpo. Jesús aconseja a quienes comienzan en la pesca que aprendan a leer las corrientes del viento, ya que pueden marcar la diferencia entre un buen día en el mar y regresar con las manos vacías.
Los desafíos de pescar
El mar no perdona descuidos. Uno de los mayores temores de cualquier pescador es que el motor falle, pues quedar varado en alta mar es muy diferente a sufrir un percance en carretera. Sin señal y sin forma de comunicarse, la incertidumbre crece, tanto para ellos como para sus familiares que esperan su regreso en tierra firme.
Jesús ha vivido momentos inolvidables, tanto buenos como difíciles. Recuerda con orgullo el día que logró capturar una tonelada de pescado, una hazaña que pocos pueden imaginar. Pero también ha enfrentado tormentas que ponen a prueba a cualquier pescador. En una ocasión, atravesó una tormenta de granizo con vientos de hasta 120 km/h que se desataron en cuestión de minutos. En situaciones así, el pánico no es una opción; hay que mantenerse firme y confiar en la experiencia. Y es cierto lo que dicen: “después de la tormenta, viene la calma”, porque tras media hora de furia, el mar volvió a estar tranquilo, como si nada hubiera pasado.
Los misterios y las maravillas del mar
Las noches en alta mar también tienen su magia. Lejos de las luces del puerto, el cielo se convierte en un espectáculo. Jesús cuenta que ha visto destellos inexplicables que lo han hecho preguntarse si estamos solos en el universo. Pero más allá de eso, lo que más disfruta es la vista del firmamento, un regalo que sólo aquellos que pasan la noche en el mar pueden apreciar.
El turismo y la evolución de la pesca
Hoy en día, muchos pescadores han encontrado en el turismo una nueva forma de sustento; Jesús es uno de ellos. A través de Tico’s Tours, un servicio de ecoturismo en Dzilam de Bravo, comparte su amor por el mar ofreciendo experiencias únicas, como la pesca deportiva y tours nocturnos para admirar la bioluminiscencia del agua. La mejor época para visitar la región es en Semana Santa y verano, aunque la pesca es más abundante entre mayo y septiembre. Eso sí, es claro que el mar no sigue reglas fijas; hay días de buena pesca y otros en los que simplemente no pica nada. Pero eso es parte del encanto, porque siempre habrá una nueva oportunidad en la siguiente jornada.
Para Jesús, el turismo no sólo es una fuente de ingresos, sino una oportunidad para que los visitantes se conecten con la naturaleza y descubran la paz que el mar puede ofrecer. Sin embargo, también es un recordatorio de la necesidad de proteger el ecosistema marino. La sobrepesca es un problema creciente y Jesús lamenta que las vedas no siempre sean respetadas.
Un legado para el futuro
El mar es más que un paisaje bonito; es historia, identidad y sustento. Más allá de su propia existencia, Jesús sueña con un futuro en el que las prácticas de pesca sean sostenibles y respetadas, de modo que las generaciones venideras de Dzilam de Bravo puedan seguir viviendo de sus aguas.
Ser pescador no es sólo un oficio, es enfrentarse al amanecer con valentía, sortear las adversidades del mar y regresar con la satisfacción de haberlo dado todo. Y aunque la pesca puede ser incierta, hay algo que Jesús tiene claro: su amor por el mar es inquebrantable.
Si quieres conocer su historia de cerca y vivir la magia de Dzilam de Bravo, no te pierdas los tours de Tico’s Tours. Para más detalles sobre esta increíble experiencia, te invitamos a leer el artículo “Sumérgete en la belleza de Dzilam de Bravo”.
Publicado por primera vez en la revista impresa y digital Yucatán Today, edición no. 448 de abril de 2025.
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