Arte y Cultura: en el Centro de la Vida Misma
Yucatán, tierra de belleza incalculable, tanta y tan pródiga que se antoja indigerible. Pensar en la Tierra del Mayab es evocar colores, olores, sabores, imágenes y sonidos que son inconfundibles, que no se parecen a otros y que es imposible suplantar en la memoria, una vez arraigados . A Yucatán lo hace rico su cultura milenaria, pero también su mestizaje y la riqueza heredada de las migraciones pacíficas que han diversificado sus costumbres.
Concebir a Yucatán como un estado artístico, en toda la extensión de la palabra, contempla un reto enorme. El reto ha constatado de migrar de la imagen del Yucatán profundamente tradicional, al Yucatán en el que habitan todas las manifestaciones artísticas.
La vida cultural de Yucatán transita por sus plazas públicas, maravilla con su joven, pero consolidada, orquesta sinfónica y se descubre en sus galerías y museos. Esta vida cultural se enriquece y se fortalece continuamente, pero presenta todavía oportunidades de democratización que no pueden pasarse por alto.
Desde el 2000, año en el que Mérida obtuvo por vez primera la denominación de “Capital Americana de la Cultura”, se ha disparado la vida cultural en la capital yucateca. Esta ha sabido mantener sus raíces gracias al trabajo y sacrificio de artistas y gestores consagrados, así como autoridades municipales que se han encargado de implementar programas culturales que son incluso referente nacional.
En el año 2015, Mérida fue la primera ciudad del país en suscribir, a través de su Ayuntamiento, una carta de Derechos Culturales bajo el amparo de las políticas culturales de la Agenda 21 de la Unesco y en el año 2017, ostentó por segunda ocasión el título de la capitalidad cultural que otorga el Buró de Capitales Culturales.
En el año 2019 dos instituciones que son prueba de esta evolución cumplieron 15 años de fundación consolidándose como prueba del desarrollo de la vida artística del estado: la Orquesta Sinfónica y la Escuela Superior de Artes de Yucatán.
En una entidad en la que habitan las manifestaciones artísticas contemporáneas y conviven con el teatro regional e instituciones folklóricas de renombre como la Orquesta Típica Yukalpetén, es indispensable reconocer el valor que este universo artístico y cultural otorga al desarrollo del estado. El arte en Yucatán, no sólo tienen un valor intangible, sino que es un importante motor de la economía al dotar de fondo al sector turístico y al activar una gran cadena de valor alrededor de cada una de sus actividades. Este aspecto de su valía no siempre es reconocido.
En las comunidades del interior del estado, el interés por promover el arte y la cultura crece perseverantemente desde hace años. Es importantísimo garantizar el derecho de acceder a bienes y servicios culturales a todos los habitantes del estado. Pero también, dotarlos de oportunidades de visibilizar su riqueza creativa la cual se traduce en expresiones artísticas de todo tipo. Es imprescindible concertar mecanismos para incentivar el desarrollo de las industrias creativas en los municipios de Yucatán como estrategia para el desarrollo económico y social de las comunidades.
Es imposible hablar de arte y cultura en estos días, sin hacer referencia a la severa crisis sanitaria que azota al mundo entero y que nos ha obligado a replantearnos esquemas de lo que hasta hace unos meses representaba nuestra normalidad. No sabemos exactamente cuánto tiempo nos tome adaptarnos a la “nueva normalidad” que entre todos estamos obligados a diseñar, ni cuándo volveremos a habitar sin miedo nuestros teatros o recintos culturales . Sin embargo, es importante reconocer que mientras todas estas dudas nos rodean, la única certeza en el confinamiento ha sido la posibilidad de aferrarnos a los libros, a la música, a la danza, a las invaluables colecciones de museos de todo el mundo que nos han llovido en abundancia y que realmente deberíamos valorar y aprovechar... El arte nos ha unido, el arte nos ha permitido la sensibilidad de aprender unos de otros; el arte y la generosidad de los artistas nos han mantenido a flote: nos han regalado alas para escapar del confinamiento más severo.
Si me preguntan, la capacidad, ya no digamos de apreciar el arte, sino por lo menos de reaccionar con sensibilidad ante las manifestaciones artísticas, nos define como seres humanos. La diferencia entre los líderes más capaces y carismáticos del mundo y los que no lo son tanto, generalmente radica en su sensibilidad y su cercanía con el conocimiento y el arte.
La obligación de los gobiernos es intentar tocar a quienes han carecido de oportunidades para acceder a los bienes culturales a través de la educación artística, de los diferentes programas de difusión cultural y del impulso a los creadores. La tarea de los padres de sectores más privilegiados es abrir la puerta de sus casas a los libros, a la música; regalarles a sus hijos la posibilidad de cultivar alguna disciplina artística si así lo desean, pero si no, hacerlas parte del consumo cotidiano. La responsabilidad de los empresarios es fortalecer el compromiso social de las empresas también a través de la cultura - así como se promueve el cuidado al medio ambiente - y cuando la economía lo permita y la situación alcance la normalidad que nos toque, el mecenazgo de proyectos culturales y el apoyo a proyectos artísticos, debe volver a ser una prioridad en nuestra sociedad. ¿Por qué? Porque no hay desarrollo sin historia, ni turismo sin manifestaciones artísticas y culturales. No habrá futuro sin memoria, ni grandeza sin aprecio a lo que es nuestro y a lo que nos da sustancia.
La buena noticia es que, viviendo en Yucatán, para comenzar a experimentar el arte solo hay que abrir los ojos, mirar alrededor y darle una oportunidad.
Fotografía por Nora Garret para uso en Yucatán Today
Autor: Erica Millet Corona
Secretaria Secretaría de la Cultura y las Artes (SEDECULTA)