Vivir en Yucatán ha llenado mi vida de una manera indescriptible. Aquí, tengo el privilegio de tener el mar a unos minutos de casa, y desde muy pequeña, éste ha sido parte de mi. Recuerdo aquellos días en los que regresaba a casa con la piel como camarón (roja por el sol), me daba un baño para quitarme el agua salada, mientras mamá me llenaba de crema, para luego acostarme como una niña feliz, después de pasar todo el día haciendo figuras en la arena y recolectando conchitas.
Ser yucateco es amar la playa en todas sus formas, ya que es tan versátil que se adapta a cada uno de nosotros. Incluso si no te gusta bañarte, hay muchas otras actividades para disfrutar. Encontramos gente que sólo va a la playa a comer su platillo favorito, como unos deliciosos camarones, un rico pulpo o un tradicional pescado frito. También hay quienes eligen pasar temporadas completas en la playa; aquí era muy común alquilar casas durante semanas para disfrutar las vacaciones.
En cuanto a los deportes y otras actividades acuáticas, un buen número de yucatecos disfruta de practicar vela, wind y kitesurf, o esquí; otros, de pasear en lancha o manejar motos acuáticas; y así un sinfín de actividades.
El mar representa cosas diferentes para uno, pero, aunque a veces no lo admitamos, todos amamos vivir cerca de él. ¿Quién no ha armado un pasadía sin anticipación? Metiendo las toallas, los trajes de baño y unas tortas hechas en casa a la “bolsa playera”, porque eso es todo lo que un buen yucateco necesita. Y ni qué decir de los días feriados, en donde sabemos que nos vamos a encontrar a media ciudad allí y que sólo tendremos un metro cuadrado de arena por persona. Aun así, no nos perdemos la oportunidad de ir.
Qué agradecidos debemos estar de tener la facilidad de tomar un camión que nos lleve a nuestra playa favorita, ya que es seguro que cada familia tiene su rinconcito preferido en nuestra inmensa costa yucateca. De llegar y conocer a sus habitantes, quienes nos dan cabida y nos hacen parte de su día a día temporalmente: tenderos, panaderos, merengueros, restauranteros, pescadores y tantas otras caras sonrientes que comparten su espacio con nosotros.
A lo largo de toda la costa encontrarás un sinfín de cooperativas (pequeñas asociaciones de trabajadores que se desempeñan en conjunto) de pescadores y lancheros que se han organizado para convertirse en guías turísticos, y que no sólo proveen tours a los visitantes, sino se encargan de velar por la conservación sustentable de los lugares donde viven. Ellos son los mejores acompañantes que puedes desear para tus recorridos, no sólo porque conocen cada rincón de su terruño como la palma de su mano, sino también porque es su tierra, la tierra de sus padres, y la tierra de sus hijos; en cada conversación que tengas con ellos, verás qué fácil les es transmitirte el amor que le tienen, con merecida razón.
No puedo dejar de mencionar lo que todos, visitantes y residentes, tenemos en común. Lo que se siente al visitar el mar en un día nublado, cuando la brisa es más fresca de lo habitual y las olas se encuentran embravecidas, o, por el contrario, el mar se vuelve plano “como un plato”, brindándonos una sensación de paz en medio de la tormenta; cuando disfrutas una noche a la orilla del mar, escuchando el sonido de las olas y contemplando las estrellas, ya sea en compañía de amigos, familia o tu pareja; o sólo una puesta de sol, en tonos de amarillo, rosa, naranja y morado que te puedan venir a la mente.
Para los yucatecos, vivir aquí ha hecho que una parte de nuestro corazón pertenezca al mar y que los recuerdos formados desde nuestra infancia hasta nuestra vida adulta sean invaluables.
Así que, querido lector, si estás de visita por nuestras tierras, regálate el tiempo de visitar alguna de nuestras maravillosas playas, que, como has leído, tienen muchas maneras de cautivarte. Conversa con sus habitantes y embárcate a las aventuras que sus cooperativas ofrecen. Y si vives aquí, no dejes de explorarlas una y otra vez, y síguete dejando conquistar por todo lo que te regalan.
Por Arianne Osalde
Mercadóloga yucateca con más sueños de los que es sano tener. Amando cada lugar de mi bello Yucatán, pero anhelando que llegue cada diciembre para disfrutar al máximo la heladez (y los regalos, claro está).
Fotografía por Marilu Gómez y Cassie Pearse para su uso en Yucatán Today.
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Gracias por compartir un poquito de lo bello que es vivir en Yucatán, es una bendición de Dios.