La mejor manera de ver una ciudad es a pie, y Mérida no es una excepción, especialmente en la zona del centro. Caminando, no sólo puedes interactuar con los lugareños; también verás, escucharás y hasta olerás cosas que no puedes desde un auto.
La primera entrega de esta serie nos llevó a recorrer la manzana comprendida por las Calles 60, 63, 65 y 62.
¿El paseo de hoy? De la Calle 61 x 62 hacia la 64 y 63 y de regreso a la Plaza Grande caminando sobre la 62.
Empezamos en la esquina de la Calle 62 x 61, a la sombra del Olimpo, un centro cultural construido en el lugar del Olimpo original, perdido en los años 70 gracias a un alcalde desesperado por convertir una mansión histórica en un estacionamiento de taxis. ¿Su excusa? Que se estaba cayendo a pedazos. La buena noticia es que el nuevo Olimpo se construyó para encajar con los edificios circundantes y no desentona demasiado con su vecino, el ayuntamiento de Mérida.
Caminando hacia el oeste, pasa por delante de Burger King y Bisquets de Obregón a tu derecha. Una entrada se abre a tu derecha y puedes ver el espacio que antes ocupaba esta gran mansión que albergaba jardines y todo tipo de vida, ahora un estacionamiento muy necesario.
En el lado sur de la calle, junto a la tienda de tatuajes con las típicas pipas de marihuana expuestas, se encuentra lo más bonito de esta manzana: una casa semicircular de dos plantas de color rosa, adornos blancos y mucho carácter. Fíjate en la estatua de bronce a la derecha que está sobre una caja fuerte. También hay muchas plantas, una fuente y pilas.
Al otro lado de la calle, en el puesto de tacos Capricho, al estilo de la Ciudad de México, el chico de los tacos insiste en que en esa casa vive gente de verdad, aunque los numerosos e imponentes candados de la puerta podrían sugerir lo contrario.
Si te apetece un postre, hay una tienda de té de burbujas (tapioca o boba) al lado de los tacos. Al lado encontrarás una tienda de juguetes para adultos llamada Sexópolis. Junto a la escena de arriba – llena de estatuas rosadas – está el edificio LAMK de los años 70. Lamk, por lo que pude averiguar, es un apellido libanés.
En la esquina, el Bar Campeche, una cantina exitosa en su época, ahora tristemente está en alquiler o venta, ¿quizá otra víctima de la pandemia? Gira (hacia el sur) sobre la 64. El tráfico ahora viene hacia ti. A la derecha, mientras caminas, el edificio amarillo pálido alberga las oficinas del Grupo Plan, que administra varias haciendas de Yucatán – Temozón, Ochil, Santa Rosa, entre otras -, propiedad del banquero mexicano Roberto Hernández. Después, todo tipo de artículos de belleza se pueden obtener en la tienda del edificio azul, decididamente no colonial ni porfiriano, pero con un interesante acabado en el techo que se puede ver si miras hacia arriba.
El resto de la calle está formada por varios edificios poco llamativos que no merecen una segunda mirada, en su mayoría de los años 70. En el lado derecho (oeste) de la calle hay un edificio ocre: es lo que queda del convento de Monjas. En su día fue una enorme propiedad con entrada por la Calle 66; las fuerzas revolucionarias expropiaron la mayor parte del edificio y gran parte fue derribado y sustituido por espacios comerciales o residenciales, entre ellos La Casa de las Artesanías.
En la esquina hay un peculiar edificio estilo art-déco con bloques de vidrio y un interesante trabajo de baldosas que ahora alberga una tienda de conveniencia Oxxo. Está bajo el nombre de Edificio Monjas.
Es aquí – Calle 63 – donde doblas a la izquierda (este) para volver a la Plaza Grande. A tu derecha (lado sur de la calle) mientras caminas, fíjate en el Hotel Lord, un lugar improbable para que ningún auténtico Lord de renombre ponga su cráneo real; el nuevo restaurante de Cristian Bravo, Matilda; y al final de la cuadra, el edificio de ladrillos rojos conocido como la Casa de Ladrillos. Debajo de esta hay un estacionamiento y los restos de los túneles de la época colonial. La leyenda dice que éstos van desde el convento hasta la Catedral de San Ildefonso, conectando así potencialmente a religiosos y religiosas, pero otros sostienen que se trata de meros almacenes bajo los edificios en cuestión. Entre Matilda y la Casa de Ladrillos hay uno más antiguo con muchos pequeños escaparates. Si ves un cartel en uno de los huecos que anuncia Se Alquilan Cuartos, entra y echa un vistazo. El ambiente me recuerda extrañamente a un documental que vi hace poco sobre Cuba.
El otro lado (norte) de la calle tiene algunos agujeros. Donde antes había un edificio histórico ahora encontrarás una oficina municipal y un estacionamiento. Fíjate en el viejo muro de piedra que indica lo que había allí. ¿Ves las motos? Notarás una entrada vallada. Aún de ese lado, hay otro hotel con unas escaleras que bajan. ¿Más túneles? No, esta era la entrada a un club nocturno (llamados discotecas en su día) con un atractivo cenote…
Finalmente, estás de vuelta sobre la plaza. Camina de nuevo hacia el norte y pasa por el Dairy Queen metido en un arco con columnas coloniales, continua por debajo del ayuntamiento y habrás llegado exactamente donde iniciamos, el edificio Olimpo en la esquina de la 62 y la 61.
Ahora, consiéntete bajo la sombra con un rico sorbete de coco de la Sorbetería Colón, un favorito de los meridanos desde 1907, allí mismo en la plaza.
Editorial por Ralf Hollmann
Yucateco nacido en Alemania y criado en Canadá, con estudios en Hotelería y Turismo por el Instituto Tecnológico de Columbia Británica. Ralf cuenta con experiencia en turismo de ocio, periodismo, investigación, edición, redacción y escritura creativa. También es músico.
Fotografía por Ralf Hollmann y Alfredo García para su uso en Yucatán Today.
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