¿Qué es lo que más te gusta de viajar en transporte público en Mérida? A veces, tomar diariamente el autobús puede resultar una ardua rutina, lo sé por experiencia. Aun así, en todos mis años de andar en “bus” hay algo que siempre me ha fascinado de tomar el transporte público; y eso es, descubrir las historias que pasan en la vida cotidiana cada vez que me subo a un camión en la ciudad de Mérida. ¿Sabes a lo que me refiero?, déjame te cuento…

En mis años de tomar camiones como único medio de transporte he aprendido a disfrutar de las historias que indirectamente nos cuenta la vida y de la que sin querer, todos nos volvemos parte. Observando a conciencia a mi alrededor he podido descubrir bellos momentos que pasan ante mí en cada uno de mis viajes por la ciudad.

Por ello, quiero compartir contigo algunas de estas historias, las cuales en su momento alegraron mi día y que ahora me gustaría contar, para mostrar el lado amable de andar en autobús.

He sido testigo de curiosos, tiernos y divertidos sucesos cotidianos, los cuales intento aprender a disfrutar, para estar siempre consiente de lo que me rodea.

Algunos de estos momentos fueron tan simples como cuando una tarde, terminando la jornada laboral, me tocó ver a una madre conviviendo con su hija pequeña, riendo y abrazándose; otro día observé una jóven sentada junto a un pequeño árbol que llevaba en una bolsa y que parecía listo para ser plantado. En otro viaje noté a una chica y su piñata compartiendo un par de asientos, en camino a una fiesta familiar.

Hay otros momentos que se repiten no importa la ruta: camioneros que saludan a las señoras de las colonias por las que pasan en su ruta diariamente; gente durmiendo que desafortunadamente caen de sus sillas en alguna vuelta del camión; personas que le ceden su asiento a los adultos mayores o a quienes lo necesitan; y estudiantes que a la salida del colegio suben en manada y no paran de reír y jugar como si siguieran en el recreo.

Así mismo, he logrado vivir experiencias que me han logrado sacar más que una simple sonrisa y que me han puesto a pensar en lo curiosa y compleja que es la vida.

Como aquella vez, de camino a la escuela temprano en la mañana – la palabra «temprano» lo dice todo y en aquel momento mi estado de ánimo era más bien apático – llevaba algunos minutos en el camión cuando se subió un señor con su guitarra y a continuación nos recitó varias canciones que inmediatamente me subieron el ánimo y cambiaron mi ceño fruncido por una sonrisa. En aquel momento me pareció hermosa la cultura latina y encontré fascinante que en nuestra ciudad podamos escuchar música grandiosa, que nos alegra en un instante, dentro de un autobús. Hasta hoy, disfruto de los músicos que se suben a alegrarnos el día a los pasajeros.

Otra vez, una trabajadora de un centro de ayuda contra el maltrato a la mujer subió al camión e impartió información de lo relacionado al tema. Casualmente, se encontraba una chica que lloraba sentada junto a su novio. La enviada del centro de ayuda se percató de ello y abordó a la chica preguntándole si todo estaba bien, ofreciéndole su ayuda. En aquel momento caí en la cuenta de que, en esta ciudad, el transporte público se vuelve otra vía para acercarse a la gente y poder compartir información tan valiosa como aquella.

De igual manera, sé que dirigirse diariamente a la parada de camión puede resultar cansado. Pero mi secreto es decidir admirar los atardeceres al salir del trabajo, a los perros paseando por el vecindario o hasta la simple vida cotidiana pasar, al hacerlo descubrirás que tus sentidos querrán aprovechar cada momento y tú nunca querrás dejar de descubrir los presentes que nos da la vida.

Andes o no en autobús, no tengas duda de que subirte a uno de ellos puede ser más que un simple viaje o una cansada rutina, y, por el contrario, puede convertirse en una experiencia llena de sorpresas las cuales su misma simplicidad las hace grandes. Atrévete a descubrir los maravillosos y pequeños detalles que la vida cotidiana nos regala, abre bien los ojos, disfruta el trayecto en autobús y cuando llegues a tu parada, no olvides gritar ¡Bajan!

 

Editorial por Claudia Améndola
Fotografía por Claudia Améndola para uso en Yucatán Today

 

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