Un concepto popular en el mundo de los viajes, por lo menos en esta parte del mundo, es lo que se ha denominado como turismo rural. Esto es cuando en lugar de usar recorridos en autobuses, hoteles apapachadores y los conforts que usualmente asociamos con “vacaciones”, los visitantes experimentan, en vivo y a todo color, la vida cotidiana de una familia local. Aunque esto pueda parecer paternalista y casi colonial en su enfoque, la experiencia en sí puede ser bastante enriquecedora, y no sólo para ti, sino que también para la comunidad con la que interactúas. Ellos reciben un beneficio económico directo de tu visita, y tú te conviertes en algo más que el turista promedio con su cámara.

En las colinas a las afueras de Tekax hay varias comunidades pequeñitas que viven en un alarmante estado de pobreza que es difícil reconciliar con el concreto y modernidad de Mérida. Puramente mayas, las familias de estas comunidades tienen pocas formas de subsistir además de la milpa, la apicultura y sus actividades relacionadas en el monte. El futuro que espera a los niños de estas comunidades, si continúan este estilo de vida, es precario en el mejor de los casos.

Lo que propone el turismo rural es introducir a los viajeros a estas comunidades para que experimenten de primera mano como se vive el día a día en una comunidad tradicional maya: cómo vive la gente, cómo cultivan y qué hacen para subsistir y salir adelante.

Cómo llegar

Visitar San Marcelino involucra un viaje algo largo y tedioso por una calle muy rústica y pedregosa en subida por una colina. Necesitarás organizar este viaje por adelantado para que las siete (así es, siete) familias que habitan este pequeño pueblo puedan estar ahí listos para recibirte. Parte de esta organización debe incluir el transporte, porque al menos de que tengas una moto o un vehículo todo terreno, no vas a poder llegar.

 

 

El poblado

Una vez que hayas llegado, verás algunas chozas mayas típicas elaboradas con palos y techo de guano. Patos, perros y una cantidad impresionante de cochinos de buen tamaño andan libres por la tierra roja. No hay calles. Lo que ves es cómo han vivido las comunidades mayas durante más de un siglo, y en este caso, cómo viven al día de hoy. En el centro del poblado, hay una capilla bastante antigua y dos edificios modernos algo desentonantes; uno de estos es la escuela y el otro es la planta de agua. Puede que estos dos elementos hayan sido concebidos como cohesivos, pero al ser lo que es la modernidad, sobresalen de todo lo demás, y no de forma positiva.

Recorrido del monte

Una caminata guiada por la selva revela piedras y cimientos de estructuras mayas y hasta un chultún, que es una cisterna diseñada por esta antigua civilización. Aprenderás sobre los arbustos y árboles que aún son utilizados hoy en día con propósitos medicinales, alimenticios y de construcción. Verás milpas, áreas sembradas con maíz, calabaza y frijol, dependiendo la temporada.

Por favor, toma en cuenta de que hará muchísimo calor si es que visitas durante los meses de verano. Esto empieza en abril cuando la época de sequía ha llegado a su punto más alto. Se recomienda llevar una nevera con agua y hielo, ya que en el pueblo no encontrarás tienditas, ni habrá un refrigerador que puedas abrir para tomar tus refrigerios. Y no te olvides de traer lo suficiente para compartir.

¡A comer!

Al final de tu caminata, regresarás al pueblo para una comida tradicional preparada por las mujeres del poblado, quienes estarán vestidas en sus mejores hipiles, de un blanco y planchado impecable, bordados por ellas, pero utilizados en esta ocasión especial para ti. Recalco el blanco de sus vestidos, sencillamente porque es tan incongruente que pueda haber una pieza de vestido tan blanco, cuando todo lo que te rodea es una omnipresente tierra roja (o lodo rojo, en caso de que esté lloviendo).

La comida se servirá en una pequeña mesa a la altura de tus rodillas y estará rodeada de simples asientos en lo que es la cocina, una choza con paredes de palo que permanecerá abierta para permitir tanto el paso del aire, como la salida de los humos producidos por el fuego de la cocina. Lo que parecerá ser un suministro sin fin de deliciosas tortillas de maíz se elaborarán a mano, tal y como se ha hecho durante generaciones. Disfrútalas con rico Chilmole, acompañado de agua de fruta servida en una jícara: mamey, naranja agria u otro, dependiendo de las frutas de temporada.

 

 

La comunidad

No tendrás mucha interacción con las mujeres; ellas sonreirán pero permanecerán concentradas en su cocina y hablarán maya entre ellas casi exclusivamente. Los niños, que son curiosos y parecen disfrutar las visitas, tampoco hablan español pero cuando agarren confianza, te mostrarán el pueblo a pie, felices, hablando en maya entre ellos mientras los sigues e intentas descifrar lo que te dicen. Creo que repetir sus palabras ayuda y también provocará muchas risas cuando inevitablemente digas algo mal. Tu guía por el pueblo será tu intermediario con sus habitantes, Será quien te presente, muestre todo y hará las traducciones necesarias de tus expresiones de gratitud por la comida y el vistazo a lo que quizás pronto sea un estilo de vida extinto.

Aunque este sea un proyecto increíble y provee a estas personas con una forma alternativa de obtener ingresos, probablemente no sea algo permanentemente sustentable, sencillamente porque llegará el momento en el que los pobladores quizás deseen cambiar sus hogares a estándares modernos o quieran algunas de las comodidades que nosotros tomamos por hecho. Pero por ahora, es una mirada fascinante a la vida rural maya, y si llegas con respeto y el corazón abierto, se te recompensará con una experiencia que, sin duda, ampliará tus horizontes.

Editorial por Ralf Hollmann
Fotografías de Oscar Góngora y Arturo Sánchez para uso en Yucatán Today

Cómo reservar tu experiencia

Luis Góngora, Comisario de San Marcelino
FB: Chultún San Marcelino
Cel y Whatsapp: 9971 32 88 66

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