Si ves un sendero que atraviesa un túnel de árboles y sientes que te llama, sé de un lugar que te va a cautivar. Es un oasis de naturaleza rodeado de historia, restaurado para, además, brindarte una experiencia súper cómoda con quien tú quieras compartirla: la Hacienda San Francisco Tzacalhá.

 

La Hacienda San Francisco Tzacalhá ha sido muchas cosas a lo largo de su historia, que empezó en 1857. Lo que nunca ha dejado de ser, es enorme. Llegó a ocupar más de 9,000 hectáreas (unas 11,000 canchas de fútbol reglamentarias, en términos “visuales”), cuando estaba entre las haciendas henequeneras, salineras y ganaderas más importantes de Yucatán. Al día de hoy, “únicamente” abarca 160 hectáreas (en canchas, 195); quizá sea por eso que se ve muy distinta a otras haciendas que existen aquí, donde sólo hay dos o tres edificios, unos frente a otros, y los muros son visibles en todo momento. Aquí, hacia donde mires, pareciera no haber límites.

 

Las instalaciones de Hacienda San Francisco Tzacalhá

Es difícil decidir por dónde empezar a describirla. Quizá por sus instalaciones: tienen disponibles ocho ripios, que son casas estilo maya hechas en mampostería y techo de huano, con aire acondicionado (aunque, entre árboles, hasta un cálido día de septiembre es fresco con el ventilador y las ventanas abiertas). Además tienen 14 villas, cada una diferente a la siguiente, pero todas amplias y exquisitamente decoradas . Éstas igualmente incluyen aire acondicionado,  pero también una pequeña piscina o pileta y una cocineta equipada con sus utensilios para quienes deseen prepararse algo de comer.  Ahora que si lo que quieres es descansar de la cocina, tienen también su propio restaurante, llamado “La Bodega” por haber tenido esa función durante la operación de la hacienda. Ahí, el chef Andrés Avilés te deleitará con el tipo de comida que tú elijas, pues a pesar de ser orgullosamente del vecino municipio de Yobaín, forjó el inicio de su carrera especializándose en comida internacional e italiana.

 

 

Las áreas comunes de la Hacienda son simplemente interminables. Amplísimos jardines, una alberca preciosa, canchas de basketball y tenis, mesas de billar y ping pong, además de juegos de mesa y un kiosco son sólo algunas de las opciones que ofrece para pasar un rato agradable conviviendo con tus acompañantes, entre árboles y el canto de los pájaros. Sólo queda imaginar lo hermosa que sería una boda en cualquiera de estos espacios.

 

Lo que no encontrarás aquí son televisiones, y cuánto mejor. Éste es un espacio para realmente disfrutar de tu compañía, para tener buenas conversaciones mientras caminan a escoger alguna fruta de su huerto, para dejarte sorprender por algún pájaro que nunca habías visto antes, o para ver las estrellas; todas éstas son actividades que puedes hacer por tu cuenta o con la ayuda de un guía que puedes reservar a través de la Hacienda. Puedes también explorar en una de las bicicletas que tienen disponibles en préstamo para huéspedes , o tomar una clase de cerámica en el taller de la Mtra. Isabel Ruz, dentro de las instalaciones.

 

Dzidzantun Hacienda San Francisco TzacalhaCoro y Fundación Yidzat Il Kay (el arte de cantar)

Una de las ventajas de contar con tanto espacio es que se pueden hacer muchas cosas, y en la Hacienda lo han sabido hacer de la mejor manera. Como fundación, el Centro Cultural San Francisco Tzacalhá A.C. ofrece instrucción musical y artística a niños y jóvenes de Dzidzantún y los municipios aledaños de forma gratuita desde el 2001. Además de instrumentos clásicos, como piano, clarinete o flauta, los niños aprenden instrumentos prehispánicos, danza tradicional y teatro, y al crecer tienen acceso a becas para continuar sus estudios, ya sea en arte o cualquier otra cosa. Entre sus graduados están una clarinetista de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, un tenor en Xalapa, y un estudiante de enfermería. No dejes de preguntar si es posible asistir a una presentación durante tu estancia; los chicos estarán tan encantados de lucirse como tú de disfrutar el concierto.

 

Más actividades

Siento que ningún tiempo es demasiado largo para pasarlo en este lugar mágico; hay muchísimo (muchísimo más de lo que puedes imaginar) por hacer sin salir de ahí. Sin embargo, también te puede servir como base para ir a la playa, a Izamal, Motul o Sinanché. Aún así, si sólo tienes un rato, vale la pena aprovechar su day pass para conocerla y disfrutar de un refrescante chapuzón en su alberca.

 

Pero sí, si tienes la oportunidad de prolongar tu estancia (quizá aprovechando la promoción que están ofreciendo a nuestros lectores este mes), definitivamente hazlo. Por una fracción de lo que cuesta una escapada al estado vecino, puedes disfrutar la puesta de sol en tu pileta al aire libre, o el amanecer con un café sonorizado por aves silvestres. Es difícil imaginar algo mejor.

  

Lista de actividades disponibles

  • Recorridos por las instalaciones (incluyendo áreas privadas)
  • Observación de aves (con o sin guía)
  • Senderismo (con o sin guía)
  • Observación sideral 
  • Bicicletas en préstamo para huéspedes
  • Recolección de frutos del huerto para consumo propio
  • Clases de cocina
  • Clases de cerámica
  • Clases de música
  • Paseos a caballo
  • Temazcal

 

 

Instalaciones

  • 14 villas equipadas, con vista a los jardines (desde $2,000 pesos por noche, impuestos incluidos)
  • 8 ripios (casas de mampostería estilo maya) (desde $1,800 pesos por noche, impuestos incluidos)
  • Casa Principal
  • Espacios para eventos
  • Terrazas
  • Jardines
  • Alberca
  • Restaurante La Bodega
  • Área de juegos (Tienda de Raya)
  • Kiosco
  • Ciclo-sendero a la playa (18 km)

 

Day Pass

Incluye acceso a la alberca, toallas y bicicletas en préstamo
No se permite el acceso con alimentos
Horario: 9 am a 5 pm
Precio: $125 pesos (adultos), $70 pesos (menores de 12 años)

 

​​Dzidzantún, Yucatán
www.hotelhdasanfrancisco.com.mx
[email protected]
Whatsapp: 991 115 8212
FB: Hotel Hacienda San Fco. Tzacalha
IG: hacienda_tzacalha

 

 

Por Alicia Navarrete Alonso
Comunicóloga nacida circunstancialmente en la Ciudad de México, pero que dice “uay” desde 1985. La vida me ha dejado ver el mundo, lo que a su vez me ha permitido descubrir cuánto amo el lugar en el que vivo. 

 

 

Fotografía por Alicia Navarrete Alonso para su uso en Yucatán Today.

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