Es un hecho: a los que trabajamos en turismo, la pandemia del coronavirus nos ha pegado más fuerte que a otros sectores de la economía. No hay ni medio turista deambulando por las calles vacías de la blanca Mérida y eso nos hace reflexionar un poco.

Cuando digo reflexionar, no estoy hablando del reflejo que se asoma cada mañana en el espejo; esa cara desaliñada, sin rasurar y con los pelos parados tipo Christopher Walken porque las barberías no son negocios “esenciales” y por lo tanto no puedes ir a que te corten el cabello. Te observas, y te preguntas cómo será tu día. ¿Positivo, optimista, con la esperanza de que las cosas irán bien? ¿O peligrosamente depresivo con ganas de quedarte acostado en tu cama en posición fetal?

Confieso que yo he vivido esta experiencia de vacilar emocionalmente entre un extremo y otro, sobre todo al principio de todo esto. Aún hay días – a las tres semanas de estar en cuarentena, encerrado y haciéndole caso al hashtag #QuedateEnCasa (a la hora de estar escribiendo estas líneas apenas comienza lo que será la curva ascendiente en Yucatán) – que se abre frente a mí el pozo negro de la desesperanza.

 

Pero afortunadamente esos momentos se están volviendo menos frecuentes.

Mi compañía, Lawson’s Original Yucatán Excursions, lleva ya casi una década de estar operando en Yucatán. Hemos tenido años buenos, otros no tan buenos. Nos hemos insertado en un mercado turístico algo saturado y hemos dejado huella al romper con algunos esquemas ya establecidos. Con nuevas prácticas de negocios y salarios justos para choferes y guías y con un enfoque en la creación de experiencias personalizadas y privadas para un mercado que no necesariamente es de lujo. Siempre hemos puesto particular atención en la idea de involucrar a la gente local en los diferentes destinos que tenemos. Contratamos hombres, mujeres y familias enteras para que formen parte de la creación de una experiencia memorable para nuestros clientes. Así nos aseguramos que estas personas, que muchas veces son ignoradas o sirven exclusivamente como objetos para la foto “típica”, reciban un beneficio directo y tangible de la “industria sin chimeneas”.

Lo anterior no lo digo con el fin de promover a la compañía. Es querer compartir lo que estamos haciendo ahora, y por qué. Aún no sé cómo volver a hacer rentable mi empresa en esta nueva economía, pero sé algunas cosas que no sólo ayudan a los demás, sino que me proporcionan una gran satisfacción personal. Me hacen sentir que estamos haciendo algo. Y lo que hacemos ayuda un poco a opacar toda esa negatividad y las noticias alarmistas que en cada momento nos llegan por los medios.

 

Una cosa bien importante: la comunicación. Al formar un “grupo” en WhatsApp, tengo la oportunidad de monitorear cómo están los guías y choferes que trabajan con mi empresa.

Con ellos, mediante este canal tenemos una forma de “tocar base” periódicamente; compartimos recetas, información sobre cursos, fotografías y buenas noticias; evitamos memes de mal gusto y noticias (casi siempre falsas) de curas milagrosas y brotes impresionantes del virus. Mediante estas conversaciones, podemos determinar quién la está pasando mal y ofrecer ánimo, apoyo y, si es necesario, ayuda directa. Hasta ahora, todos estamos con buen humor, no hay casos de emergencia y la mayoría está trabajando ya sea en casa o en algún otro trabajo remunerado.

Esta comunicación aplica también a aquellos individuos que mencioné antes, en los pequeños poblados y lugares donde llevamos a nuestros clientes. Para ellos, Lawson’s sirve de apoyo para varias familias quienes, durante los años que llevamos con el programa, han logrado mejoras notables en sus situaciones de vida gracias al ingreso adicional que les proporciona el turismo. Sin la entrada de este dinero, estas familias corren el riesgo de volver a una situación de peligro y dificultad. Así que cada 15 días les entregamos despensas de alimentos junto con productos de limpieza e higiene personal para apoyar a las economías de sus hogares.

Además de la comunicación y la asistencia directa para los que la necesitan, también he iniciado un proyecto en nuestra página web donde aparecen muchas de las personas que están involucradas en el éxito de nuestras excursiones. Guías, choferes, artistas, señoras del mercado, varios anfitriones; personas tan diversas como la dueña de una tortillería en una hacienda donde siempre paramos, hasta la directora de esta revista quien siempre está para apoyar todo lo que esté relacionado con la promoción turística. Cada uno de ellos cuenta cómo están pasando esta contingencia con fotos, videos o simplemente un mensaje.

La idea es que ellos nos cuenten, en sus palabras y desde sus hogares o lugares de cuarentena, cómo o qué están haciendo ahora. Algunos causan gracia, otros son más serios y algunos te van a conmover.

Entonces, aunque hoy no podemos pasear a nadie por ningún cenote, sitio arqueológico o mercado yucateco, aún hay algo que podemos hacer para permanecer presentes y relevantes ante los ojos de nuestros colaboradores, proveedores, empleados y, por supuesto, nuestros clientes pasados y futuros.

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