Imagínate andando en bicicleta por la milpa. La brisa y el sol acarician tu cara y escuchas el canto de un tucán. Tu guía apunta hacia las diferentes especies de aves que rodean el área. Comes un platillo delicioso cocinado por los locales. Bajas al cenote abierto que está rodeado de selva baja bien conservada. Nadas en el agua llena de paz y descansas. Esta experiencia salida de una película de Indiana Jones yucateco es lo que puedes esperar cuando visitas Miguel Colorado.  

 

Platiqué con Andrea López, técnica de turismo sustentable de Pronatura, una asociación que se dedica a la conservación de la diversidad a través del desarrollo comunitario. El destino Miguel Colorado tiene muchísimos atractivos que incluyen los cenotes de agua azul. Andrea me cuenta de uno abierto, con paredes altísimas de 90 metros de altura, fauna muy cerca y una tirolesa.

 

Las opciones en el ejido son amplias y perfectas para vivir con un poco de adrenalina. Puedes andar en kayak en medio de un cenote, nadar, observar la vida silvestre con ayuda de los guías locales, visitar la laguna de Mokú (¡tiene un mirador de 21 metros de altura!), practicar senderismo o hacer ciclismo de aventura. Definitivamente puedes llenar todo tu día tan sólo con sus múltiples talleres como el taller de chocolate (donde conoces todo sobre la planta de cacao y su fruto, haces un jugo con la pulpa y tuestas la pepita para después disfrutar de tu labor) o el taller apícola para aprender cómo se hace el proceso de la apicultura, cómo se maneja la colmena y conocerla por dentro. Ya entendiste, es como un Disney para el aventurero.

 

“Hay aventura, tranquilidad y …¡la comida!”, Andrea asegura.  Me dice que en Miguel Colorado hay varias cocineras que se encargan de preparar auténticos platillos y te reciben en sus propias casas. Me habla en detalle sobre las tortillas hechas a mano, el frijol y su inigualable sazón. Incluso confiesa (fuera del récord) que sobrepasan el Frijol con Puerco de su abuelita.

 

El ejido ve el turismo como un ingreso. Cualquier actividad que apoye a la comunidad, apoya directamente a la conversación sobre sus áreas forestales.  Y esto no es nada nuevo. Miguel Colorado tiene un largo historial de cuidar sus bosques. Hoy tiene una conservación avalada por la CONAP (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas) de 8 mil hectáreas. “Cada peso que pagas contribuye a cuidar el medio ambiente», finaliza Andrea.  ¿Qué mejor que cuidar a nuestro planeta mientras seguimos el llamado de la aventura?

 

Miguel Colorado, Champotón, Campeche.
www.miguelcolorado.com
[email protected]

 

 

Editorial por Greta Garrett
Editora asistente

 

 

 

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