Hacienda Yokat piscina

Basta traspasar el adusto portón que se encuentra a la altura de la carretera Ticul-Muna km 4.5 para que el viajero se sumerja en 150 hectáreas de paz, aromas de frutos, vegetación selvática, cantos de aves, y construcciones de gran valor arquitectónico, cuidadosamente restauradas y que evocan el esplendor de la hacienda yucateca del siglo XVIII. Esto y más es Yokat.

Yokat está situado en las alturas desde donde se contempla a pleno la espesura color esmeralda y al fondo el único cerro de Yucatán. Sus albercas solo esperan que el visitante se deslice en sus profundidades para darle solaz y relajamiento, luego de haber realizado caminatas por los senderos de la hacienda. En esos laberínticos pasillos verdes, es probable encontrar los ojos desconfiados de un venado temazate que huye ante la presencia humana.

Yokat, que en maya antiguo significa sobre barro, volvió a la vida cuando un arquitecto y actual estudiante de arqueología mexicano decidió adquirir la hacienda con el objetivo de regresarle su esplendor de antaño y ofrecer un lugar único de hospedaje y esparcimiento dirigido al turismo.

Hacienda YokatEs palpable, en cada uno de los rincones, un trabajo profundo de investigación histórica que va desde la fundación de la finca ganadera, hasta el conocimiento detallado de las costumbres de cada uno de los antiguos dueños que le fueron dando carácter, hasta convertirla en un centro de producción azucarera y henequenera. En todos los espacios es posible recrear la presencia de célebres exploradores que vinieron desde otras tierras en los siglos XIX y XX y que se rindieron ante la belleza de la propiedad.

Por esa razón, no es raro que el visitante actual se sorprenda al atravesar los linderos del tiempo y se vea de pronto en un salón porfiriano, donde cada mueble, cada lámpara, fueron minuciosamente seleccionados sin dejar nada al azar. Ninguna habitación es igual a otra, cada una ha sido amueblada con piezas traídas desde Europa y antigüedades encontradas en la zona que se inspiran en los cánones decorativos de finales del siglo XIX y principios del XX.

En los muros de las habitaciones es posible encontrar óleos del siglo XIX, provenientes de la colección particular del propietario, mientras que los banquetes de la Hacienda Yokat se siguen sirviendo en vajillas europeas que recuerdan esos años de esplendor, cuando el henequén era el eje de la economía de la península.

Yokat también tiene un lugar para guardar su propia historia y darla en testimonio, debido a que en la antigua sala de máquinas se encuentra el Museo Casa de Barro, que atesora una colección de cerámica yucateca con un acercamiento a todo el proceso de transformación de este material. El museo también alberga una colección privada que va desde piezas encontradas en los trabajos de restauración de la hacienda, hasta objetos de valor histórico invaluable: muebles de época, mapas antiguos y otros elementos más que enriquecen el acervo y que enorgullece a los propietarios compartir con sus visitantes.

Carretera Ticul – Muna Km 4.5
haciendayokat.com
museocasadebarro.com

 

Basta traspasar el adusto portón para que el viajero se sumerja en 150 hectáreas de paz, aromas de frutos, vegetación selvática, cantos de aves, y construcciones de gran valor arquitectónico.

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