“Hacer lo que te gusta, con una libertad creativa total y que te lo compren es un gran privilegio”, comenta Gabriel Ramírez Aznar, artista y creador yucateco, quien se niega a ser definido bajo una sola etiqueta. Prefiere ser descrito como un pintor que el arte sin limitaciones, expresándolo en grabados, dibujos o cuadros; como un ávido lector de biografías y clásicos de la literatura; y también como alguien que escribe sobre cine, otra de sus grandes pasiones.
Ramírez Aznar nació un 4 de enero en 1938 en Mérida, Yucatán, ciudad en la que actualmente radica. Ha recibido diversos premios nacionales e internacionales tanto por su labor pictórica como por sus escritos. De formación autodidacta, ha expuesto en museos de Cuba, Israel, Chile, Nicaragua, además de más de 35 exposiciones en la ahora extinta Galería Pecanins en la Ciudad de México.
Perteneciente a la generación de La Ruptura, Ramírez se ha distinguido por mantener una estética única que no responde a tendencias o convenciones. Sus cuadros muestran colores primarios de gran fuerza, formas y movimientos bajo un estilo abstracto que ha trascendido en la escena de pintores contemporáneos en México.
Acompañarlo en su hogar es entrar a un mundo de cine y libros en el que Gabriel se desenvuelve como pez en el agua. “Tener disciplina es fundamental”, señala, mientras platica sobre un día normal de trabajo. Los cuadros nacen en máximo tres sesiones. En la primera se trabaja directamente con el lienzo clavado en la pared por más de 6 horas inclusive, en un proceso creativo en el que se plasman las inquietudes visuales casi por impulso directamente en la tela. Luego se retoma el cuadro en una o dos sesiones más, solo para afinar detalles.
La mayor parte de su trabajo pictórico ha nacido en forma espontánea, en soledad, sin detenerse mucho en planificar o hacer bocetos previos. Muchas de sus obras no tienen un título definido y las vuelve a ver hasta que están expuestas.
Se considera un pintor de temporal; realizar un cuadro requiere energía y condición física. “No es un trabajo de tiempo completo que puedo hacer todo el tiempo”, asegura. En la actualidad está dedicado a escribir textos autobiográficos, a recopilar aquellas vivencias que le han marcado desde su primera exposición en 1965 hasta la fecha.
“Tal vez en el verano vuelva a pintar”, señala, añadiendo su disposición para exponer su última colección, “Los colores y las líneas”, 47 pinturas que fueron presentada en octubre de 2015 en la Galería del Teatro Peón Contreras en Mérida. Tuvo como inspiración la luz, vida y colores de Yucatán y quedó plasmada en un catálogo editado por el Gobierno del Estado de Yucatán, en el que también puedes conocer parte de su trayectoria.
Parte de esa colección puede ser apreciada hoy en día en el restaurante Manjar Blanco (Calle 47 #496 por 58 y 60, Centro). Además, el Museo Fernando García Ponce – MACAY (Calle 60 por 61 y 63, Centro, al lado de la Catedral), dedicado al arte contemporáneo, cuenta con una importante selección de sus obras y las reúne en una de sus salas permanentes.
Por Violeta H. Cantarell
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