Xkanlol

Se cree que Yucatán es el único lugar de América donde se puede encontrar una considerable literatura médica en lengua nativa. Los manuscritos médicos redactados con jeroglíficos, parecen haber existido antes de la llegada de los españoles.

 

Cuando los conquistadores pisaron estas tierras, los Mayas ya tenían conocimientos de las propiedades medicinales de las plantas aborígenes y con ellas acostumbraban a medicinarse.

 

En el antiguo Yucalpetén, ahora Yucatán, existían desde entonces individuos especialmente dedicados a combatir las enfermedades usando hierbas con propiedades medicinales: h-men (sacerdote), el dza-dzac (yerbero) y el pulyah (hechicero).

 

Lo expuesto hasta aquí cobra su verdadera dimensión si decimos que forma parte del ensayo Farmacopea Maya, del Dr. Narciso Souza Novelo (1875-1952), el más fecundo investigador de la flora yucateca que dio el siglo XX.

 

El estudio señala que a una misma planta le atribuyen diversas propiedades medicinales, o en su lugar, le asignan la misma propiedad curativa a diferentes variedades verdes. Al mismo tiempo, hay dolencias que son atendidas mezclando varias de ellas. Incluso, añadiendo ingredientes de origen animal y mineral.

 

El Dr. Souza Novelo observó que la medicina autóctona se relacionaba con la magia o la brujería, pues al realizar ciertas ceremonias con las plantas, éstas adquirían propiedades terapéuticas.

 

Por otro lado, con el objetivo de que surtieran los efectos esperados, el tratamiento se indicaba para un día determinado de la semana – casi siempre un viernes -, hora del día o fase lunar. También, era importante el número de unidades: nueve flores de mayo, nueve hojas de x-kakaltum, nueve granos de maíz…

 

En uno de los remedios que curan la mordedura de las serpientes, concurren diez tipos de plantas, y  la mayoría de ellas incluye en su nombre la palabra “kan”, que significa serpiente. Creyendo, quizá, que las plantas “dedicadas” o con algún parecido a las serpientes, debían ayudar a combatir los daños causados por ellas.

 

En este punto, el ensayista aprovechó para comentar que el conocimiento empírico de los indígenas yucatecos acerca de la medicina “verde”, toma en cuenta la forma y color de la especie en cuestión.  De ahí que aquellas con flores, hojas, madera, resina o raíz amarilla, deberían ser buenas para curar las enfermedades “amarillas”, como la “k´anchik´in” (ictericia). Mientras que las plantas o plumas de tonalidades rojas, resultarían efectivas para combatir las dolencias  “rojas”, como el “xe k’llk” (vómito de sangre).

 

Yucatan Today y sus editores no se hacen responsables por las opciones de tratamiento para cualquier enfermedad. Usted es responsable de tomar las decisiones sobre su salud.

 

Artículo escrito por Yurina Fernández Noa.

 

 

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