Un ícono de tropical tonalidad rosada de ensueño y elegancia incomparable, los Flamingos del Caribe son sin lugar a duda de lo más emocionante por conocer cuando se visita Yucatán. Un ave extremadamente sociable, los flamingos comen, descansan y vuelan en grandes grupos, regalándonos vistas hermosas a lo largo de la costa.
Encuéntralos alimentándose junto a la vieja carretera hacia Chuburná, apareándose en Celestún en la primavera, relajándose en el camino entre Chabihau y Santa Clara o volando sobre las rampas de vigilancia en la entrada a Sisal, donde con sus alas desplegadas ampliamente, cientos de flamingos cruzan el cielo, engalanando el atardecer.
Una especie mayormente monógama, los flamingos son históricamente famosos por su extravagante danza de apareamiento, el “flamenco”. Cuando dos flamingos coquetean, sus patas largas se deslizan a través del agua, las alas extendidas como arcos rosados con las puntas negras. Se mueven de un lado al otro en sincronía hasta que la hembra toma su decisión: aceptar y ponerse en posición para aparearse o regresar con la multitud, deteniendo el juego.
Iván Gabaldón, fotógrafo de vida salvaje, nos explica: “Los flamingos son individuos. Tienen una variedad de relaciones: parejas de muchos años o grupos de tres o cuatro”. Durante el verano es la época de anidaje; las familias se integran a la comunidad, uniéndose en millares en la Reserva de la Biósfera Río Lagartos para recibir a sus bebés.
En 2016, Iván despertó a las 3 am por cinco días seguidos para poder capturar a los flamingos anidando (sólo accesible con los permisos necesarios). Iván describe este período de anidaje como muy ruidoso, enfatizando que el comportamiento de los flamingos es extremadamente protector y serio. Las aves constantemente envían alertas durante la preparación de sus nidos. Usando sus patas, los flamingos convierten el grisáceo barro en sus nidos, como si fueran artesanos diseñando un jarrón.
Nuestra foto de portada este mes es un ave adulta cuidando al huevo en su nido, una de las inolvidables imágenes que Iván capturó en 2016 durante esas horas de búsqueda para lograr la mejor composición. Después de un mes los huevos eclosionan y de ellos salen pajaritos grises, que desentonan con el rosa neón de sus padres. Durante los próximos años, los bebés adquirirán el color rosado que los cubrirá gracias a los carotenoides, un pigmento orgánico proveniente del agua de los fangosos pantanos blancos y las salinas de Yucatán, dónde encuentran su comida.
Los flamingos felices tienen las cabezas bajo el agua, trabajando en la importante tarea de encontrar alimento. Cuando los flamingos están infelices tienen las cabezas en alto y se contonean, agitando las alas, y graznando como gansos. En tu visita a Yucatán, lee los señalamientos, porque las consecuencias de acercarse demasiado a los flamingos les puede afectar gravemente, causando vuelos espontáneos, cambiando sus hábitos alimenticios, gastando la energía y la preciada luz del día que necesitan para alimentarse.
Los flamingos son una especie delicada, no en peligro de extinción pero extremadamente susceptibles, debido a los cambios en su hábitat. En 2017, Iván volvió a recibir permiso para fotografiar a los nidos de flamingos; sin embargo, debido a un cambio en los patrones de lluvias, la colonia se separó, haciéndose invisibles para investigadores y fotógrafos de naturaleza como Iván, que me recuerda, “Tenemos que recordar que cada momento que tenemos con estas aves es un privilegio”.
Importante: La naturaleza es impredecible, no podemos prometer cuándo y dónde se pueden ver más flamingos.
Puedes ver más del trabajo de fotografía de Iván aquí:
Facebook: RIDE INTO BIRDLAND
Instagram: @rideintobirdland, @kinetropico
Editorial por Amanda Strickland
Fotos por Iván Gabaldón para uso en Yucatán Today
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