Chichen Itza chac mool

Seguramente en alguna de sus visitas a las tierras del Mayab vio o escuchó sobre la increíble escultura del Chac Mool: figura humana de sexo masculino reclinada hacia atrás, con las piernas recogidas, rodillas flexionadas, pies puestos sobre el piso generalmente, y la cabeza girada de lado izquierdo o derecho en ángulo recto, sujetando un recipiente circular o cuadrado en su vientre, mirando siempre hacia el templo del sitio arqueológico en que se encuentre. Este “gran jaguar rojo”, como se traduce del maya, sigue siendo hasta nuestros días uno de los más grandes misterios acerca de la cultura maya y tolteca. Su nombre no debe confundirse con “Chaac”, el dios maya de la lluvia.

Imagine por un momento que se encuentra en los años 1800, donde aún muchos sitios mayas seguían esperando ser descubiertos, cuando de pronto, resulta ser partícipe de lo inimaginable… ¡el descubrimiento de la figura del Chac Mool! Fue descubierta por primera vez en Mesoamérica, en el sureste de México: Chichén Itzá, Yucatán, en 1874 y posteriormente se hallaron 14 esculturas más, provenientes de otros lugares como Tula principalmente, donde se asentaron los toltecas; Tlaxcala, Michoacán, Cempoala y en México-Tenochtitlán, todos los anteriores ubicados en el Centro de México.

El fotógrafo y anticuario británico-americano Augustus Le Plongeon, su descubridor, desembarcó en Progreso con su esposa en agosto de 1873 con el objetivo de excavar las zonas mayas, territorio que en aquel entonces enfrentaba la Guerra de Castas. A principios de 1875, la esposa de Le Plongeon, Alice, escribió en su diario personal la frase: “Augustus descubrió el domingo 1 de noviembre en el interior de la Plataforma de las Águilas y Jaguares una escultura” a la cual denominaron Chac Mool. En su afán de estudiarla, intentaron llevársela al extranjero, pero el gobernador de Yucatán en aquel entonces, Protasio Guerra, confiscó la escultura y fue enviada a la ciudad de México.

Aunque su verdadera función e identidad han sido temas de especulación, se le han atrubuído dos funciones diferentes, siempre de tinte religioso: como piedra de sacrificios y como altar, en donde se colocaban los corazones humanos y otros objetos como ofrenda dedicada a los dioses.

Varias figuras también fueron encontradas en la antigua Tenochtitlán, en donde los aztecas, o mexicas, se asentaron e hicieron sus propias réplicas de la escultura, quizá con significado distinto.

Desde luego habrá que esperar que nuevos estudios y descubrimientos ayuden a esclarecer la función de esta mística escultura y a quién está dedicada, ya que muchas son las versiones que existen sobre este tema, basándose solo en teorías y especulaciones. Mientras tanto, su origen y significado seguirán permaneciendo como parte de los misterios de esta asombrosa cultura milenaria.

Fuentes: INAH; documento de John B. Carlson del Centro de Arqueoastronomía, University Honors College, University of Maryland, College Park.

 

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