El coronavirus llegó para cambiar muchas cosas en el mundo; una con los mayores cambios es el turismo. Cuando algo cambia de forma tan dramática, es natural el desconcierto y la duda. Desde que nos alcanzó la crisis global por Covid-19, hace algunos meses ya, las preguntas se han multiplicado de manera epidémica: ¿Cuándo volveremos a viajar? ¿Qué negocios van a sobrevivir? ¿Cómo será el turismo Post Covid?
Muchas preguntas y pocas respuestas claras, así sucede cuando estamos en crisis y es mejor hacer las paces con la incertidumbre en medio de la tempestad que perder la perspectiva. La OMT lo resume todo en una frase escalofriante: “Lo único que tenemos por cierto con esta crisis es que no sabemos cuándo terminará”.
Pero eso no significa que todo esté perdido, por el contrario, las crisis nos dejan enormes enseñanzas y oportunidades. Estamos hoy, ante la forzada oportunidad – necesaria desde hace mucho tiempo – de aprender a hacer un mejor turismo.
El Gran Confinamiento ha significado muchas cosas para la humanidad – una lección de vida, de paciencia, de incertidumbre y de impotencia. En esta crisis las prioridades y los valores del mundo entero han cambiado. Múltiples estudios muestran al turismo como la industria que más valor ha perdido. Quizá hoy sea así, pero en perspectiva, habremos ganado mucho más que otras industrias, pues como nunca antes, cuando las condiciones lo permitan, las personas valorarán la verdadera riqueza del buen turismo.
El confinamiento nos ha permitido analizar y reflexionar sobre el rumbo del turismo. No sabemos a ciencia cierta muchas cosas, pero intuimos con fundamentos que el turista, ávido de viajar y en busca de la resiliencia, hoy necesita reconectar con la vida y se dirige hacia algo que en Yucatán ya veníamos trabajando desde que llegamos a esta administración: la sostenibilidad, que se relaciona con las experiencias auténticas, con el ejercicio responsable e incluyente del turismo, con la preservación y la regeneración de nuestra riqueza patrimonial y natural, con aquello que nos hace únicos. En ese sentido, Yucatán posiblemente sea una de las regiones más ricas y abundantes de todo el planeta.
Hoy, como nunca, el buen turismo cobra un gran valor – el turismo sostenible, que brinda experiencias auténticas y personalizadas, de esas que tocan el alma, el turismo cuidadoso y respetuoso, orgánico, saludable, hecho en casa, un auténtico back to basics.
Me han preguntado en diversos foros: ¿Cuál es el futuro del turismo en Yucatán? Y después de mucho pensarlo y analizarlo, estoy convencida de que el futuro del turismo está en nuestro pasado. Y no me refiero, por supuesto, al pasado del turismo masivo, all inclusive (al que yo llamo non-inclusive), sobre el cual fueron edificados otros destinos, me refiero al pasado que nos hace ser únicos, al origen de nuestra identidad y de nuestras raíces.
Yucatán – no lo demos por hecho – es el origen del mundo como lo conocemos; aquí, en donde todo comenzó, donde el ciclo de la vida diariamente se manifiesta en las rías llenas de flamencos, en los cenotes, en el desove de tortugas, en la lengua maya, en las tradiciones y expresiones diversas. Tenemos una riqueza que no se mide en acciones de bolsa ni en cuartos noche. Tenemos una riqueza mucho más profunda e integral. Así es que, contestando a la pregunta, y segura de que saldremos adelante y fortalecidos de este impase, estoy convencida de que no tenemos más que seguir volteando al pasado para trazar un mejor futuro.
Editorial por Michelle Fridman Hirsch
Secretaria
Secretaría de Fomento Turístico de Yucatán
Fotografía por Cassie Pearse y Nora Garrett para su uso en Yucatán Today
Entradas relacionadas
Esta entrada también está disponible en: EN