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Estar en interiores no es el hábitat natural de mi familia. Nos encanta explorar, correr y jugar. No nos gusta estar quietos. Normalmente, cuando tenemos vacaciones de la escuela, nos vamos de viaje a algún lugar nuevo de México pero, obviamente, eso no es posible por ahora. Como el resto del mundo, nos mantenemos adentro, esperando.

Claramente tenemos mucha suerte. Vivimos en Yucatán, lugar donde el gobernador está trabajando para mantener nuestro estado seguro. No hemos tenido escasez de comida, hay espacio, las escuelas han estado mandando tareas y manteniéndose en contacto y gracias al cielo por las redes sociales.

Nuestros hijos están bien, aunque algunos días son más difíciles que otros. Extrañan la escuela, extrañan a sus maestros y amigos (mi hijo hace hincapié en que no extraña las tareas escolares), extrañan las salidas y ¡hasta extrañan ir al supermercado una vez por semana! Nuestra hija está extremadamente consciente de que puede que no regrese a su amado jardín de niños, ya que se gradúa en junio y, si las escuelas no abren antes de eso, no volverá. Esto la pone muy triste a ella al igual que a nosotros.

Cuando hay algún cumpleaños del salón, utilizamos Zoom para festejar en una celebración frenética y alocada. Es triste que los niños no puedan pasarla juntos, pero los adultos nos estamos organizando para que nuestros hijos salgan de esto lo menos afectados como sea posible. Por supuesto, preferirían estar en la escuela atascándose de pastel en lugar de tener clase; pero es satisfactorio cantar juntos, gritar “mordida” y ver a un niñito embarrarse la cara en su propio pastel. Nos hace reír, aunque sea a distancia. Aunque jamás quisiéramos que esto se convirtiera en la nueva realidad de nuestros hijos, intentamos hacerlo lo más normal posible para ellos.

Hemos descubierto que nuestro hijo tiene una pasión por hornear. Hasta aprendió a hacerlo solito. Nuestra hija ha descubierto un muy confuso (no nos estamos quejando) amor por lavar trastes. Así que horneamos mucho. Mi hijo dice que le va a preparar sus galletas favoritas a sus amigos del colegio cuando pueda regresar.

Hace unas semanas, me enteré de un servicio que entrega semillas y tierra, así que en esta casa ahora somos horticultores muy serios. Estamos cultivando hierbas y vegetales a partir de semillas y estamos muy emocionados de poder algún día comernos el fruto de nuestra labor.

Nadamos (sí, somos afortunados de tener una piscina), leemos juntos, los niños tienen sus clases en línea (hasta las clases de piano y robótica ahora tienen salones virtuales), horneamos, jugamos con la manguera, hemos participado en un poco de arte callejero en nuestro jardín (disculpas a nuestro propietario) y hemos hecho una que otra actividad gratis en línea. Una de las ventajas del tener hijos bilingües es que el material disponible se duplica. Escuchamos a Oliver Jeffers leer sus brillantes historias, observamos la hora del safari del zoológico de Cincinnati y el Cirque du Soleil, e intentamos participar en la chistosísima clase de Conchi León sobre ejercicio en hamacas (si te estás preguntando, a los niños les fue bastante bien, yo fallé totalmente). Nos unimos a unas clases virtuales, una sobre huertos urbanos y otra para aprender maya. Cuando los niños nos preguntan qué hacer porque están aburridos, les ofrecemos un trapeador y apunto al piso. Encuentran algo qué hacer rápidamente.

Mi parte favorita de la cuarentena – ¿está uno permitido a tener parte favorita? –definitivamente es el compañerismo que la distancia forzada puede crear. En los grupos de WhatsApp de la escuela compartimos memes que no me dejan de hacer reír además de ideas para actividades y enlaces a clases en línea. Somos honestos sobre el hecho de que nuestros hijos rara vez traen puesto algo más que pijama o ropa interior y que estamos hartos de darle de comer a gente y de andar gritando “no hagas eso, no podemos ir al hospital”, confesamos que nosotros también nos sentimos tristes y que todos estamos batallando en administrar los requisitos escolares de nuestros hijos mientras mantenemos en orden nuestros propios trabajos y vidas. Mientras disfruto este nuevo sentimiento de hermandad, como los demás, obviamente extraño el contacto físico con amigos.

Pero esto también pasará, y un día podremos regresar a explorar Yucatán y México. Hasta entonces, estamos agradecimos de lo que tenemos y seguiré tomando margaritas. ¡Salud!

Editorial por Cassie Pearse
Fotografía de Cassie Pearse para su uso en Yucatán Today

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